HUGH CAIRNS : Lawrence de Arabia y el casco

HUGH CAIRNS : Lawrence de Arabia y el casco

Sir Lawrence murió en accidente de motocicleta. Desde entonces, el uso del casco como medida protectora de los usuarios de vehículos de dos ruedas, se ha ido generalizando no sin problemas. La propia historia nos lo demuestra. Y aun hoy se duda sobre los ciclistas.
25 Junio 2014

La leyenda del origen del casco tiende a atribuirse a Sir Thomas Edward Lawrence mejor conocido históricamente como Lawrence de Arabia, un personaje todo terreno que vivió intensamente la época colonial como historiador, arqueólogo, diplomático, militar y espía, que fue capaz además de escribir sus aventuras y desventuras. De entre sus peripecias en África y Oriente Medio destaca su afición por las motocicletas que ya en 1932 se erigían como un sistema de desplazamiento individual de altas prestaciones y Lawrence decidió disponer de una Brough Superior SS 100 que le acompañaba en su agitada vida social y profesional. El la llamaba “hija del trueno” por su espectacular sonido y por poder alcanzar velocidades punta superiores a los 150 Kms/h.

El 13 de Mayo de 1935 y cerca de su domicilio en Clous Hill, Lawrence sobre su Brough coincidió con dos niños que cruzaban la calle en bicicleta y al intentar esquivarlos realizó un maniobra brusca que le hizo perder el control de la máquina y salir proyectado para impactar con su cabeza sobre el firme. Fue hospitalizado y tras seis días en coma falleció.

No fue Sir Lawrence un ejemplo para la seguridad vial pero su muerte desencadenó la idea del casco para los motoristas. El cirujano que le atendió en sus últimos días Hugh Cairns abrió una cruzada para conseguir que las caídas en motocicleta no fueran tan severas ni se perdieran la vida por impactos craneales sin la debida protección. Lo que inició con los motoristas del ejército inglés en la Segunda Guerra Mundial mediante estudios para recomendar el uso del casco como instrumento eficaz para evitar las graves lesiones craneales o cerebrales en caso de accidente, trabajos que no acabaron de consolidar hasta muchos años después cuando Charles F. Lombard investigador de la Fuerza Aérea Norteamericana, en 1953 concibió el casco acolchado por el interior y de un material mucho más ligero pero consistente que lo hizo mucho más cómodo y eficaz abriéndose ya el uso más generalizado.

Costó mucho implantar la obligatoriedad del casco por la resistencia de los fabricantes de motocicletas en que se impusiera una medida que les hiciera perder ventas. Pero al fin se ha ido extendiendo. Nuestra experiencia española fue progresiva. Se hizo obligatorio en carretera en los años 70 pero no se extendió para la zona urbana y para los ciclomotores hasta 1992. Ahora mismo se está cuestionando la obligatoriedad de uso para los ciclistas. Un proceso irreversible porque es innegable que los efectos protectores del casco evitan graves lesiones. Pero la historia se repite. El usuario siempre pide libertad. Ocurrió con los límites máximos de velocidad, con los cinturones de seguridad, con el casco para motoristas….y ahora se vuelve a plantear para los ciclistas.

Un importante contingente de usuarios clama por una Administración no intervencionista, que no obligue ni prohíba nada, porque cada uno es dueño de su vida y puede hacer con ella lo que quiera….. No. Nuestra sociedad no está para estos planteamientos antisociales y es positivos aplicar la prevención aunque sea con medidas reglamentistas y controladoras.

Al final, cuando en la cadena de los accidentes uno se encuentra en los cementerios o centros de rehabilitación con las personas o familiares que sufren las consecuencias de la no prevención es cuando uno se convence que no hay nada que discutir. Protección y punto. Si no que se lo pregunten a los descendientes de Lawrence de Arabia que tan prematuramente lo perdieron.

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