SALVADOR DOMÉNECH: Profesionales con alma

SALVADOR DOMÉNECH: Profesionales con alma

El mundo del transporte de mercancías es tan amplio y variado que diluye la figura de sus responsables. Es líder en este campo quien consigue humanizar la profesión.
27 Mayo 2015

Cuando los macroconceptos de movilidad y de logística se han impuesto en el mundo del transporte por carretera, la organización de los trabajos en misión se ha hecho mucho más compleja y sofisticada. Porque aparecen nuevos responsables de áreas con mayor rango jerárquico en la empresa que sobrepasan a los clásicos jefes de tráfico e incluso a los coordinadores de seguridad o los gestores de movilidad.  Y porque el sector del transporte sufre también la invasión de los mercados de dos fenómenos crecientes: la globalización y la deslocalización de la economía, de los sectores productivos y del comercio, que han acabado comportando un nuevo modelo territorial de actividad que obliga a los organigramas a reestructurarse, muchas veces dejando en el olvido a las estructuras históricas de la empresa.

Estos cambios radicales en los esquemas de la planificación de las rutas, las flotas y los desplazamientos tampoco se han producido de manera súbita, sino que ya las últimas generaciones de transportistas iban encajando oleadas de novedades que iban asimilando en sus funciones cotidianas. Y ello se traducía en grandes dificultades en llegar a valorar los esfuerzos de la plantilla de conductores, sus limitaciones, sus retos, sus sentimientos y sus sensibilidades. Hacen falta perfiles singulares de empresarios o directivos de las empresas de transporte para encontrar aquel que en medio de la intensidad de las exigencias de proveedores, almacenistas y clientes, de las presiones de las Administraciones, los sindicatos y las policías o inspectores, sepan encontrar el justo punto de humanidad para conseguir una complicidad con los conductores que se acabe transformando en seguridad.

Salvador Doménech fue un profesional del transporte, un vocacional, hijo de ferroviario valenciano que con su estilo e idiosincrasia dialogante, conciliadora, generosa y con sentido del humor hizo feliz a todo su entorno familiar y profesional. Fue un apasionado por el mundo del transporte y con mejorar su seguridad. Siempre dispuesto a escuchar a los demás y a buscar soluciones a cualquier problema. Le importaban las personas y supo encontrar el justo punto de cómo un trabajo intenso y duro se transformaba en una forma de vida agradable y de alta calidad humana que extendía tanto en su empresa como en su entorno familiar con su Emilia y sus 5 hijos.

Nunca se arredró ante las dificultades porque a principios de los años 60 se trasladó a Barcelona para hacerse cargo de la expansión de la empresa de transporte de mercancías peligrosas, el ámbito de más alto riesgo y responsabilidad pero en el que siempre tuvo la respuesta con su pasión por el transporte y convencido de que se podía hacer más para garantizar la seguridad y de que era necesario implicarse.  Además de la empresa de transporte de mercancías peligrosas, también tenía una empresa de transporte de productos alimentarios y un almacenista distribuidor de productos químicos, así como transporte de paquetería. Un complejo empresarial de necesario e intenso control y responsabilidad que supo llevar con eficiencia manteniendo ese tono humano que le caracterizaba y que, para quienes le conocíamos era normal, y como acostumbra a ocurrir, solo nos dimos cuenta de la dimensión de su obra y de su valor social cuando nos dejó.

Porque su empresa no le era suficiente. Su sentido social le llevó desde sus inicios en Barcelona a implicarse en la patronal del transporte y participó activamente en la asociación de empresas de transporte “Transcalit” y en la de mercancías peligrosas “Asoligas”, de las que formo parte de la junta directiva durante muchos años.

Pero aun le quedaban energías y sensibilidad como para que a finales de los años 70 se incorporara a la Asociación de Prevención de Accidentes de Tráfico P(A)T y pronto pasó a formar parte de la Junta Directiva. Fue presidente de la asociación de 1994 a 2000. Durante su mandato se incorporaron a la asociación víctimas y familiares, pues se vio la necesidad de oír a las víctimas, de conocer sus necesidades, de darles una respuesta. En esos años se creo la sección de víctimas AP(A)T. Mantuvo su vinculación tanto con P(A)T como con el mundo del transporte durante toda su vida. Y ya fallecido ha sabido dejar en sus hijas María Eugenia y Yolanda un legado de conocimientos y de entrega a la prevención, protección y reparación de accidentes y accidentados así como de acciones formativas y de sensibilización en los conductores, que lleva su sello y que día a día es el mejor homenaje a su memoria.

Doménech es todo un ejemplo a seguir para quienes se mueven en la vorágine del sector del transporte. De alguna manera el corolario de su vida ha sido dejar constancia de que siempre se puede hacer algo más en la seguridad de la logística y la movilidad, sobre todo si contemplas ese trabajo como un escalón importante que trasciende a la calidad de vida de todos los ciudadanos y de toda la humanidad.

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