Procrastinación: ¿Por qué aplazamos nuestros deberes?

Procrastinación: ¿Por qué aplazamos nuestros deberes?

En nuestra vida diaria todos tenemos diferentes tareas y responsabilidades que debemos realizar, pero ¿cuántas veces hemos postergado una determinada actividad? ¿Por qué se prefiere dejarla de lado y llevar a cabo otra cosa?
6 Mayo 2024

A este comportamiento se le denomina procrastinación. Una práctica muy común en algunas personas que puede llegar a tener consecuencias positivas y negativas. En esta nota, abordaremos más a fondo en qué consiste el término, cuáles son los modelos explicativos, los factores asociados al desarrollo y qué recomendaciones hay para combatir la procrastinación.

¿Qué es la procrastinación?

El término procrastinación tiene su origen en el verbo latino procastinare, que significa dejar algo para el día siguiente. Esto nos lleva a definirlo como una tendencia en demorar el inicio o finalización de tareas importantes, hasta el punto de llegar a generar incomodidad. Se puede presentar a cualquier edad y en cualquier tipo de actividad, aunque se ha estudiado principalmente en población estudiantil de diferentes edades.

Este comportamiento se caracteriza por el aplazamiento voluntario del desarrollo de actividades que tienen un tiempo límite. La mayoría de veces, la procrastinación puede generar consecuencias negativas e incluso estar asociada con síntomas de ansiedad y depresión. Por otro lado, aunque no hay concordancia sobre cuál es el origen del comportamiento, se relaciona con variables como aversión a la tarea, autoeficacia y autorregulación.

¿Cuándo ocurre?

Riva (2006) reporta que la procrastinación se presenta cuando la persona prefiere realizar las actividades que tengan consecuencias positivas a corto plazo. Esto, en contraposición con respecto al desarrollo de tareas que impliquen consecuencias a largo plazo. Es decir, quien procrastina prefiere hacer actividades de ocio que le ofrezcan una recompensa inmediata en lugar de realizar otras cuya recompensa será tiempo después.

En esa misma línea trabajan Senécal y Guay (2000), quienes se enfocan en la sensación que genera la actividad. Así pues, la persona puede evitar desarrollar una tarea debido a que la percibe como poco placentera. De manera contraria, escoge y lleva a cabo tareas que le generan niveles mucho más altos de satisfacción. En consecuencia, se puede generar un conflicto entre lo que se quiere, puede y debe hacer.

¿Por qué procrastinamos?: Modelos explicativos

Al ser un tema que tiene un importante impacto en el desarrollo de las actividades cotidianas, se ha intentado explicar desde diferentes modelos. El objetivo es entender cuál es el origen de dicho comportamiento.

Modelo psicodinámico

Centra la atención en comprender las motivaciones que presentan las personas que se retiran o fracasan en ciertas actividades a pesar de estar capacitadas para realizarlas. En este caso, postergan la actividad o no la terminan por miedo a fracasar en el desarrollo de la misma. Aun así, dicho enfoque muestra una gran limitación en cuanto a su validez. Esto se debe a los problemas que tiene para medir tanto el nivel de procrastinación de la persona como los factores que se asocian al mismo.

Modelo motivacional

Como sabemos, las fuentes de motivación intrínseca y extrínseca pueden alterar la toma de decisiones frente al conjunto de posibilidades. Por lo tanto, a nivel motivacional, la procrastinación puede darse como una demora voluntaria, a pesar de que pueda llegar a ser perjudicial.

Esto se debe tanto a la tarea que se ha de realizar, como a las expectativas que la persona tiene de los resultados de la misma. En ese sentido, puede estar implicada la motivación intrínseca, en la que no se muestra interés propio por parte de la persona para realizar la tarea.

Y, además, puede encontrarse comprometida la motivación extrínseca, en la que no hay estímulos suficientes por parte del ambiente. Resumiendo, una menor motivación deriva en un aumento de procrastinación. Sumado a esto, se pueden encontrar también problemas en la autorregulación.

Es decir, la propia persona tiene dificultad para ejercer control sobre su propia conducta teniendo en cuenta los resultados externos. Mostrando, así, que aquellos que procrastinan muestran una importante dificultad en tal aspecto.

Modelo conductual

En este modelo, la procrastinación se define como la selección que hace la persona al realizar actividades. En ese sentido, se selecciona la tarea que tenga consecuencias positivas y a corto plazo, evitando las que impliquen consecuencias a largo plazo. Por lo tanto, el individuo decide retrasar de manera innecesaria la realización. Y, como consecuencia, se va a desarrollar una sensación de malestar.

El demorar la tarea se relaciona, especialmente, con situaciones que implican un alto costo de respuesta. En otras palabras, actividades que conllevan mucho esfuerzo para su realización. De igual manera, ocurre cuando en la evaluación previa a la realización se observan pocas posibilidades de alcanzar el nivel adecuado de satisfacción en relación con el propio desempeño.

Modelo cognitivo

Se plantea la procrastinación como un procesamiento de información disfuncional. El modelo involucra esquemas desadaptativos que se relacionan con la incapacidad y miedo a la exclusión social. Propone que los procrastinadores reflexionan acerca del comportamiento de aplazamiento. Esto los hace propensos a experimentar formas de pensamientos obsesivos cuando no realizan la tarea pendiente y la fecha límite para hacerla está cerca.

De esta forma, la persona comienza a tener pensamientos rumiativos que se relacionan con el progreso de la actividad y su incapacidad para ejecutarla. Además, se presentan pensamientos negativos relacionados con el nivel de autoeficacia, percepción del fracaso y miedo a la evaluación. Y, como resultado, se decide postergar o abandonar la realización de la actividad.

Procrastinadores activos y procrastinadores pasivos

Los procrastinadores pasivos son aquellos que se caracterizan por ser indecisos y no completar las actividades en el tiempo esperado. En este caso, no tienen intención de posponer las actividades, pero lo hacen dada la dificultad que experimentan para tomar decisiones rápidamente.

Así pues, cuando se acerca la fecha de entrega sienten presión y comienzan a presentar pensamientos negativos relacionados con su capacidad para lograr resultados satisfactorios.

Por el contrario, los procrastinadores activos prefieren trabajar bajo presión y toman la decisión de manera deliberada. Esto puede ser visto como una estrategia que utilizan para regular las emociones negativas que, en consecuencia, conlleva una sensación temporal de bienestar. Aquí, el trabajo bajo presión es una variable favorable para tener buenos resultados.

Factores y rasgos asociados con la procrastinación

Existen múltiples factores y rasgos que están asociados con la tendencia de aplazamiento o la procrastinación. Estos no solo pueden ayudar a desarrollar tales comportamientos, sino que los alimentan y hacen que se produzcan con mayor frecuencia. Por lo tanto, su manejo puede ayudar a controlar el comportamiento de procrastinación.

  • Uno de los principales factores asociados a la procrastinación que se debe tener en cuenta es el autocontrol. Este aspecto hace que una persona elija el comportamiento que traerá consecuencias de mayor valor a largo plazo.
  • En la procrastinación, se observa una ausencia de autocontrol, lo que da paso a postergar la realización de actividades. Además, se muestra una preferencia hacia las actividades que puedan generar recompensas a corto plazo.
  • Asimismo, se encuentra disminuida la autorregulación y la autoeficacia. La primera, relacionada con respecto a la forma en la que la persona desarrolla control sobre sus propias conductas, teniendo en cuenta los posibles resultados externos que puede generar. Y la segunda, asociada a la propia capacidad para organizar y ejecutar tareas necesarias para alcanzar una meta determinada.
  • Por último, también existen diferentes rasgos depresivos y ansiosos que pueden afectar al nivel de motivación intrínseca y extrínseca, las metas de logro planteadas, estrategias cognitivas para ejecutar diferentes actividades, estrés diario y el relacionado con la tarea, entre otros.

Recomendaciones para combatir la procrastinación

El Dr. Tim Pychyl, psicólogo de la Universidad de Carleton, forma parte de un equipo de investigación de la procrastinación. Han encontrado algunas recomendaciones que nos pueden ayudar a combatir o reducir la procrastinación:

  • Practicar técnicas de meditación o mindfulness para controlar los pensamientos negativos. Permite reconocer que no tenemos ganas de hacer algunas tareas, pero puede ayudarnos a recordar la razón por la que es importante que las hagamos.
  • Dividir la tarea en pasos claros y manejables ayudará a que se pueda realizar la tarea de manera más fácil y sin esperar al último momento.
  • No castigar por procrastinar, es otra manera de combatirlo, puesto que podría aumentar el comportamiento.
  • Apoyarse en el autoconocimiento y estrategias de aprendizaje. En este caso, conocerse y saber el mejor momento y espacio en el que se puede realizar de manera más efectiva la tarea.
  • Entender el por qué es importante lo que se va a hacer. Aquí se pueden incluir las recompensas que se tendrán a mediano y largo plazo.

Conclusión

Para terminar, es importante entender que la procrastinación es un comportamiento que todos podemos tener en nuestra vida diaria. Puede ser explicado desde diferentes perspectivas, las cuales implican motivación, recompensa y autorregulación como los principales factores influyentes.

El incurrir constantemente en ellos puede afectar nuestro desempeño a nivel escolar o laboral. Por tanto, es importante tener en cuenta algunas de las recomendaciones dadas para combatir la procrastinación y tomar consciencia sobre este comportamiento, evitando las posibles consecuencias negativas derivadas del mismo.

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