Hacia el Estado de bienestar digital

Hacia el Estado de bienestar digital

La digitalización va más allá del despliegue de infraestructuras. Precisa entender cómo puede transformar nuestra manera de trabajar, de vivir y de relacionarnos en democracia.
8 Junio 2021

Vivimos una época de marcada inestabilidad, donde el “para toda la vida” se ha vuelto más escurridizo que nunca. Frente a la época de nuestros padres, en la que el trabajo, la pareja o el lugar en el que decidías vivir era, en la mayoría de los casos, permanente; ahora el cambio determina nuestras vidas. Y el mayor cambio al que nos estamos enfrentando como sociedad tiene que ver, a su vez, con un reto global acelerado por la pandemia: la digitalización.

Llevábamos tiempo escuchando que los cambios de la revolución digital serían históricos y que debíamos adaptarnos a ellos. El estallido de la crisis motivada por el coronavirus ha constatado que adaptarse no es suficiente. Nuestra obligación no es instalarnos en el cambio. Nuestra obligación es crear el cambio. No podemos permitirnos que una crisis sea el detonante que acelere un proceso pasivo de digitalización en ámbitos tan esenciales como la educación, la salud, o el trabajo. Debemos ser los protagonistas activos de ese proceso. Debemos gobernar la digitalización. Y debemos hacerlo para lograr el bienestar digital.

El bienestar digital es procurar que el avance digital vaya encaminado a mejorar la vida de las personas. Porque la digitalización es una herramienta que puede traernos ventajas y oportunidades incalculables o puede redundar en mayores desigualdades. Es algo que también hemos visto con la pandemia, cuando ante el cierre de colegios o universidades, hubo familias que pudieron adaptarse y otras que sufrieron al no poder hacerlo.

Esto evidenció la necesidad de que el Estado debe jugar un papel clave orientando el camino que tome la digitalización. El Estado debe gobernar la digitalización para crear riqueza compartida, garantizar la igualdad de oportunidades y abogar por un futuro de prosperidad social.

“El Estado debe jugar un papel clave orientando el camino que tome la digitalización”

Nuestra ambición, nuestra convicción, es que podemos convertir España en un país mejor para vivir, más equitativo y próspero, gracias a la digitalización. Un desafío que se ha convertido en una de las prioridades de este Gobierno y que estamos trabajando en ocho dimensiones distintas. Las ocho dimensiones en las que nos afecta la digitalización:

1. Trabajo:

Gobernar la digitalización tiene que ver también con garantizar el acceso a un empleo digno que permita a las personas soñar con un futuro mejor y desplegar su proyecto de vida. Se trata de desplegar fibra y también de decidir qué queremos que pase por dentro de ese cable. Esto pasa por tener un proyecto para transformar nuestras bases productivas, por hacer de España una nación emprendedora. Se trata de entender que la digitalización no es solo la extensión de infraestructuras sino la oportunidad de repensar los productos y los servicios que ofrecemos con nuestras empresas, de repensar la manera en la que hacemos las cosas para ser más competitivos y dotarnos, en definitiva, de una economía con más empleo, de más calidad y más resistentes a los embates de las crisis económicas. Empleos más seguros.

2. Educación:

El futuro vendrá de la mano de tecnologías digitales y, por eso, conocerlas y saber manejarlas será fundamental para desenvolverse en él. Debemos velar por una educación que no solo garantice el acceso a los medios y soportes digitales, sino que fomente las llamadas vocaciones STEAM, es decir, ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas. Estas capacidades ya se están reforzando en itinerarios como el plan de modernización de la formación profesional, impulsado por el Ministerio de Educación y FP.

3. Consumo:

La digitalización también tiene un gran impacto en el ámbito del consumo. En esta nueva vida digital también nos acechan nuevos peligros como consumidos. Desde las estafas —el 88% de los delitos cometidos en internet en 2019— hasta los riesgos que suponen las plataformas digitales globales para la estabilidad de los precios y los negocios locales. En un mundo en el que consumimos más a través del online, gobernar la digitalización es garantizar nuestros derechos como consumidores.

“En un mundo en el que consumimos más a través del online, gobernar la digitalización es garantizar nuestros derechos como consumidores”

4. Salud:

La digitalización será clave para evitar futuras pandemias. Países como Corea del Sur han conseguido mitigar los efectos de la crisis del coronavirus con herramientas digitales. Un éxito que no depende solo de la herramienta: su implantación no hubiera sido posible sin los planes estatales de apoyo a la digitalización que el país viene haciendo desde hace veinte años. Un caso que refleja la importancia de gobernar la digitalización, también en ámbitos tan esenciales como la salud. Pero el impacto digital de la salud repercutirá más allá de la pandemia. Gracias a las herramientas digitales, podremos tener una mejor atención a la ciudadanía, o seremos, por ejemplo, capaces de detectar y diagnosticar mejor distintas enfermedades. La oportunidad que nos brinda la digitalización es enorme.

5. Vida personal:

En la era digital, pasamos conectados más tiempo que nunca, un total de 6 horas y 54 minutos diarios. Esta hiperconexión, cuando es laboral, choca frontalmente con la necesaria conciliación. El teletrabajo es una vía de entrada a la flexibilidad laboral, pero también entraña el peligro de que las empresas puedan cometer ciertos abusos. El Real Decreto-ley 28/2020 de trabajo a distancia ya recoge en su artículo 18 el derecho a la desconexión digital, un derecho que, entre otros, debemos desarrollar para tener un entorno de mayor bienestar.

6. Participación pública:

Nunca antes un individuo ha tenido tal capacidad para influir a los demás como en la era de la digitalización. Esta oportunidad se enfrenta también a importantes desafíos, como pueden ser las noticias falsas, los delitos de odio o la manipulación política. Este tipo de cuestiones minan nuestra capacidad para decidir libremente. No debemos perder nunca ni un minuto en abordar cada uno de estos retos. Necesitamos gobernar la digitalización para tener una sociedad libre de sesgos y prejuicios. Debemos hacerlo para garantizar la democracia.

7. Intimidad:

Existe un gran consenso sobre la necesidad de regular el comportamiento de las grandes corporaciones para proteger nuestra intimidad y datos personales. Proteger los derechos en el mundo digital es uno de los grandes desafíos que tenemos como sociedad. Sin duda, la Carta de Derechos digitales, en la que está trabajando el Ministerio de Asuntos Económicos, supone un importante avance. Pero debemos ir a más. Debemos aprobar una ley de derechos fundamentales digitales —una ley orgánica— que permita garantizar las nuevas dimensiones de derechos que tanto esfuerzo nos ha costado conquistar y que ahora se están viendo socavados por la irrupción de la digitalización.

8. Igualdad de oportunidades:

La última gran cuestión que guía nuestra actuación en materia tecnológica es la relacionada con la brecha digital. Esta brecha ahonda en una multiplicidad de brechas ya existentes como la brecha de género, la brecha territorial, la brecha socioeconómica o la brecha generacional. Debemos abordar estas desigualdades con carácter central en todas las políticas, planes y acciones públicas y privadas. El impacto social de la digitalización es responsabilidad de todos.

Desde el Gobierno, tenemos un compromiso al más alto nivel con el bienestar digital de nuestros ciudadanos y ciudadanas. La digitalización es uno de los cuatro ejes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

Vamos a trabajar por el bienestar digital porque la disyuntiva es clara: si no hacemos nada y simplemente dejamos que la digitalización avance de forma espontánea, su naturaleza multiplicadora tenderá a agravar aún más las desigualdades sociales. La tecnología puede llevarnos a un futuro que nos atemoriza, lleno de amenazas y pérdida de libertades. Pero si actuamos ahora, tenemos ante nosotros la oportunidad de reforzar las instituciones del mundo en el que vivimos y fortalecer nuestra democracia.

El camino empieza en momentos como este. No lo haremos solos, lo haremos juntos y juntas. La oportunidad de hacer de la digitalización una fuente de crecimiento y bienestar nos apela a todos. A los poderes públicos y a las empresas. Como sociedad, debemos gobernar la digitalización para dar respuesta a los temores, las inquietudes y los miedos que la digitalización genera en cada una de las ocho dimensiones del bienestar digital.

Este Gobierno está determinado a gobernar la digitalización. Y sabemos con qué objetivo. No nos perdemos en mencionar conceptos sin ton ni son simplemente porque suenen bien. Tenemos una visión y un cometido: gobernar la digitalización para construir el estado del bienestar digital.

¿Qué opinas de este artículo?