“La inteligencia emocional permite un cambio positivo de hasta un 40% en la persona”

“La inteligencia emocional permite un cambio positivo de hasta un 40% en la persona”

Entrevista con el profesor Pablo Fernández-Berrocal, que propone una revolución educativa para incluir también las emociones
11 Agosto 2022

Entrevista a Pablo Fernández-Berrocal, fundador del Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga. Colabora con la Fundación “La Caixa” y participa en el ciclo EduCaixa Talks Emociona. Desde su laboratorio brega por la instauración de la educación emocional en todos los niveles, para así mejorar nuestra sociedad y brindar a los jóvenes un futuro que merezca la pena.

"Seguimos creyendo que las personas primero piensan y luego actúan"

Pregunta- ¿Qué obstáculos encuentras aún hoy, pese al respaldo científico, a la hora de convencer a la comunidad educativa respecto a la necesidad de aplicar la educación emocional?

Respuesta- Afortunadamente, esto está cambiando y hay cada vez más personas que están concienciadas de su validez y su utilidad. Muchas veces se ha visto como una moda, pero lo podemos equiparar al aprendizaje de una segunda lengua. Cuando yo era joven, una segunda lengua era algo que estaba bien para la gente de un nivel socieconómico alto, que llevaba a sus hijos colegios privados, o tenían previsto llevarlos al extranjero. Con la educación emocional ha pasado algo semejante, se lo consideraba un lujo, y hoy se sabe que es algo indispensable.

La resistencia está en que nuestra mentalidad sigue siendo cartesiana, es decir, en nuestra cultura seguimos siendo muy griegos. Seguimos creyendo que las personas primero piensan y luego actúan. En esa línea, la escuela es puramente académico y cognitivo, donde lo importante y lo relevante para que seamos buenos ciudadanos y buenos profesionales es desarrollar al máximo nuestras competencias intelectuales. Entendiendo por intelectual una parte muy restringida, lo que tiene que ver con lo cognitivo y con lo académico. Ese es el obstáculo principal. Es como si todas las investigaciones de la neurociencia y la psicología de los últimos treinta años sobre cómo funciona nuestro cerebro aún no hubieran llegado al gran público. Ni a los padres y madres ni a los maestros. Es algo, entonces, que no terminan de entender. Tiene su lógica, todos quieren que sus alumnos y sus hijos sepan escribir bien, que sepan expresarse bien, que sepan matemáticas, y a eso se tiene que dedicar la escuela. 

P.- ¿Se puede reformar el sistema para aplicar el modelo de educación emocional o hay que conformarse con crear una asignatura específica?

R.- Lo ideal sería que fuera trasversal, que tanto el profesor de matemáticas, como el de biología, como el de arte, lo aplicaran en sus clases. Lo que ocurre, al menos en España, es que cuando algo es trasversal, desaparece. 

"Hay que hacer una revolución en la educación, en la formación universitaria, para que luego esos futuros maestros vayan formados en inteligencia emocional"

P.- De hecho, en el webinar sobre la educación emocional en el período de Secundaria, habíais remarcado la escasez de psicólogos en la educación de nuestro país.

R.- Ese es el problema también: la formación del profesorado. Lo ideal sería que todos los profesores tuvieran esa formación para que incluyeran pequeñas actividades dentro de sus asignaturas. Pero hay que ser realista, eso requiere un coste en formación, porque no están ni siquiera en los planes de estudio de la universidad. Los que están siguiendo Magisterio no tienen asignaturas de competencias de educación emocional. Hay que hacer una revolución en la educación, en la formación universitaria, para que luego esos futuros maestros vayan formados en inteligencia emocional. Eso sería lo más económico, pero por alguna razón, no se termina de implementar en la universidad. ¿Por qué? Porque la universidad es muy clásica, la universidad es como un dinosaurio, va muy lenta, está muy burocratizada, y para cambiar los planes de estudios chocamos con un profesorado que ya es mayor, tienen una media de 55 años, y cuesta mucho trabajo cambiar. Se siguen dando cosas que llevan dándolas 20 o 30 años. Las emociones no están dentro de los planes de estudio. Te puedes encontrar con un alumno o una alumna de Magisterio que no sabe qué es una emoción. En España, la única solución es que sea una asignatura. Hay que aumentar la ratio de psicólogos y psicopedagogos para llegar a a la media europea. Estamos muy por debajo. Aquí tenemos un psicólogo, a veces para dos o tres centros. Son itinerantes.

P.- ¿Cuánto de la inteligencia emocional podemos desarrollar espontáneamente y cuánto nos tienen que enseñar?

R.- Es complicado, pero pasa como con otro tipo de habilidades o competencias. Básicamente, tenemos un margen de cambio de entre un 30 y un 40%, que es muchísimo. Así es, la inteligencia emocional permite un cambio positivo de hasta un 40% en la persona. También lo que se sabe es que si comenzamos en Infantil es más fácil, lleva menos tiempo, y requiere menor inversión, que si empezamos con adolescentes o con adultos, aunque está demostrado que con adolescentes y adultos, también se puede hacer. Se han publicado varios metaanálisis con adultos que muestran que es efectivo la formación en inteligencia emocional, pero siempre que sea una formación vivencial, práctica, y no teórica. Ese es otro problema del sistema educativo español. Si incluyen la inteligencia emocional como asignatura y ponen a los niños a estudiar de memoria, sin aplicar la práctica, no sirve de nada

"Nuestra juventud no tiene ilusión, no encuentra modelos positivos ni proyectos"

P.- Las emociones desagradables pueden expresarse en acciones violentas, si no hay inteligencia emocional. Tú diferenciabas entre los que participan con un objetivo y de una manera premeditada en actos violentos callejeros, de aquellos que se suman porque se contagian del clima. ¿Por qué sucede esto último?

R.- Lo que le pasa a los adolescentes es que han perdido la ilusión. Entonces, cuando hay emociones intensas, aunque algunas sean destructivas, como reunirte para destruir una ciudad, la gente se ilusiona. Si has visto la película Ane. Cuando se proyectó y se empezó a construir el AVE en el País Vasco hubo una serie de movimientos abertzales mezclado con movimientos verdes, que no querían el tren. Perpetraron una serie de atentados contra el AVE. La mayor parte de los que participan, por lo menos es lo que se ve en la tele, son adolescentes. Es la historia de Ane, que tiene 17 años y se mete en ese mundillo.

Pasa en la ultraderecha. Mucha gente de Vox es extremadamente joven, están haciendo la ESO en el instituto. Nuestra juventud no tiene ilusión, no encuentra modelos positivos ni proyectos. España tiene casi un 20% de chicos de esa edad que ni trabajan ni estudian. Han abandonado los estudios, pero no como en otras épocas para trabajar. No están haciendo nada. Entonces, si encuentran cualquier cosa que los ilusione, que les dé energía, se suman. Porque el otro camino es la depresión, que en casos extremos puede llevar al suicidio, que es la primera causa de muerte ahora mismo en adolescentes. Es un tema interesante y complejo. Si nos metiéramos en el cuerpo de un adolescente, viendo su futuro, no lo encontraríamos. Cuando encuentran algo que les da esa energía, encuentran un líder que les dice "hay que hacer a, b, c", ahí van. Van como locos, sin pensar mucho, sin reflexionar. Se sienten bien, se sienten parte del grupo. Eso es muy importante para ellos. Como sociedad tenemos que reflexionar.

P.- La irrupción, la evolución y el permanente cambio de las redes sociales, producen estímulos radicalmente diferentes a los que recibimos generaciones anteriores cuando éramos adolescentes. ¿Cómo les afecta?

R.- Algunos de esos estímulos son muy negativos. Por ejemplo, la educación sexual se pervierte. Hasta niños de diez años acceden sin restricciones a la pornografía. Además, hay porno y porno. Ven un porno que es difícil de procesar hasta para un adulto. Hay adolescentes que hacen vídeos que luego suben a redes en las que la gente paga por ver. Se hacen pasar por mayores de 18 años y están vendiendo su imagen sexualizada. La sociedad es mucho más compleja, pero el sistema educativo sigue siendo el del siglo XIX. 

"El primer reto [de la educación emocional] es conocerte a ti mismo, el segundo es conocer a los demás"

P.- ¿Cuál es el primer paso que da la educación emocional?

R.- Lo primero es enseñar a conocernos a nosotros mismos. Primero, conocer nuestras emociones, profundizar en ellas, afrontarlas, aceptarlas. Luego, a partir de ahí, trabajar y actuar como en la metáfora del mar. ¿El mar es bueno o malo? El mar no es bueno ni malo. El mar es el mar. Las emociones no son buenas ni malas, son como el mar, se trata de aprender a navegar. Si quieres ser marinero, claro. Se trata de usar con inteligencia las emociones. Eso significa conocerlas, conocer las tuyas y cómo rinden tus emociones, qué tipos emocionales son los adecuados, y luego cómo interactúas con otras personas. El primer reto es conocerte a ti mismo, el segundo es conocer a los demás. Nuestro cerebro está preparado, pero requiere mucho esfuerzo, mucho consumo de energía.

"Hay una empatía cognitiva, en la que te pones en lugar del otro, pero sin sentirlo. Y luego está la empatía emocional, que es sentirse como el otro"

P.- Dices que es más fácil conocer al otro que conocerse a uno mismo, porque uno percibe su verdadero tono de voz, sus tics, sus miradas, y hasta sus olores, cosas que no puede percibir en perspectiva de su persona. ¿Conocer al otro lleva a la empatía?

R.- Debe llevar. La empatía tiene muchos niveles, ya los niños tienen empatía. Hay una empatía cognitiva, en la que te pones en lugar del otro, pero sin sentirlo. Y luego está la empatía emocional, que es sentirse como el otro. Cada una tiene sus ventajas y desventajas, porque por ejemplo, se te puede contagiar el miedo de otra persona, o la ansiedad, o el estrés. Eso es un problema también, en trabajos donde están expuestos a mucha intensidad emocional, como por ejemplo unas urgencias. El rol profesional de un médico es de frialdad, el que se enseña en la facultad, y eso, obviamente, les da muchos problemas. Una parte de la inteligencia emocional es desarrollar tanto la parte cognitiva como la parte emocional. Porque un psicópata tiene empatía cognitiva, pero no tiene empatía emocional, que es lo que hace que cuando alguien hace algo mal, se sienta mal. Pero si yo no tengo esa empatía emocional, no me siento mal. El ejercicio que hacemos nosotros tiene que ver con eso. Que se pongan en el lugar de su padre y de su madre, de su profe. El famoso "no sé por qué, pero me tiene manía". Ponte como si fueras a dar una clase hoy y tuvieras allí delante a 25 chicos y chicas, a ver cómo lo llevarías.

P.- Volviendo a la conveniencia de empezar cuanto antes a educar emocionalmente, ¿podemos decir que se asemeja a aprender un idioma? Cuando somos niños lo aprendemos mucho más fácil que cuando somos adultos, así como hay algunos que tienen más facilidad que otros para los idiomas.

R.- Es buen símil, el aprendizaje de un idioma y el aprendizaje de las emociones es similar. Y además, requiere una práctica continuada. Si tú y yo hemos vivido en Portugal, y después pasan 10 años y no hablamos portugués, ese idioma queda oxidado para nosotros. El cerebro es así de inteligente, lo que no utiliza lo olvida, por economía. Lo que no utiliza el cerebro lo relega, para poder dedicarse a otras cosas. Por eso es importante seguir educando y aplicando la inteligencia emocional a lo largo de todas las etapas de la educación.

P.- ¿Qué dirías, para cerrar, a los padres y a los educadores?

Que tienen que ser conscientes de que esto no es un lujo, es algo indispensable, y que ahora, con la crisis de la pandemia se ha hecho más patente. Las crisis lo que hacen es resaltar las contradicciones de una sociedad como la nuestra, y como siempre, acaban pagándolas los más débiles. La prevención es una palabra que tenemos que aprender y aplicar. En España tenemos los mejores equipos del mundo para apagar incendios, pero no para prevenirles. De hecho, ya sabemos más o menos lo que va a ocurrir. Se sabe qué es el estrés postraumático y qué grupos lo van a sufrir. Pues no se está haciendo mucho para prevenirlo. Lo haremos cuando haya que apagar el incendio, y eso deja a mucha gente por el camino.

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