La falacia del “hombre medio” o de la persona media

La falacia del “hombre medio” o de la persona media

Técnicas de diseño de puestos de trabajo para personas con discapacidad
2 Febrero 2021

Redacción 

La primera cuestión que nos podemos plantar es ¿para quién?, o ¿para qué grupo de personas están diseñados los puestos de trabajo? La ergonomía se viene planteando este dilema desde que el desarrollo anatomista, influenciado por la que se vino a llamar ingeniería humana de predominio en el área anglosajona, cobró su máximo esplendor en los años setenta.

Si convenimos que el hipotético modelo de patrón humano y que se conocía con el nombre de "hombre medio", vendría a tener como principales características físicas y funcionales, ser varón, de complexión atlética, con un coeficiente intelectual alrededor de 100, una altura aproximada 170 cm., visión estereoscópica, 25 a 50 años de edad, ningún tipo de discapacidad ni disfunción, razonable tolerancia a las condiciones ambientales (temperatura, ruido, iluminación), etc., nos encontraríamos que paradójicamente este ser, que reuniera estas condiciones, incluso solo con carácter aproximado, no existe en nuestra población.

A eso le hemos llamado “la falacia del hombre medio” que no es representativo de la población. Además, inevitablemente llegaríamos a la conclusión de aceptar que todas las personas tendrán que adaptarse, con más o menos dificultades, dependiendo de la distancia que les separe de este hombre medio que representa a la norma, a unas herramientas y utensilios, al puesto de trabajo en definitiva, que han estado concebidos sin pensar en la diversidad que representa el universo de la población.

Precisamente este criterio de diseño y concepción de los proyectos en general, es la causa o motivo que impide, o dificulta, que personas demasiado alejadas de la media de la población por edad, discapacidad o enfermedades orgánicas, de carácter transitorio o definitivo, accedan, o tengan dificultades para acceder, a un puesto de trabajo ordinario.

Es razonable el argumento que sostiene que en alguno de estos aspectos, todos tenemos un cierto grado de discapacidad o cuando menos, seremos candidatos a serlo. Por ello paradójicamente, y si la vida nos va bien ”acabaremos siendo dependientes”. No obstante “persona con discapacidad”, desde la referencia laboral, serán todas aquellas personas que debido a su discapacidad reconocida, presentan más dificultades para obtener, y posteriormente conservar, un empleo o trabajo adecuado a sus características y capacidades.

Discapacidad - Dificultad

En numerosas ocasiones la discapacidad implica dificultad para el acceso al mundo laboral, al no converger con los requerimientos asociados a este grupo de potenciales trabajadores/as, ni las características dimensionales y funcionales ni todas aquellas condiciones de trabajo (intrínsecas y extrínsecas), que están presentes en una situación laboral.

Factores tales como aquellos que determinan las circunstancias en que la persona desempeña su labor, los horarios, la organización del trabajo, el contenido y los requerimientos del empleo, los servicios de asistencia social y las medidas adoptadas para proteger la salud y la seguridad del trabajador/a en el trabajo.

Así estas condiciones laborales vendrán determinadas por aquellas que respecto de la actividad del trabajador le sean externas, (condiciones físicas del entorno, tecnológicas, organizativas y sociológicas) e internas, (características antropométricas, disfunciones, habilidades, experiencia, etc.) y se establecen las consecuencias para él: carga de trabajo, confort, alteraciones psicológicas, accidentes, etc. y las consecuencias para el sistema (calidad y regularidad productiva, mantenimiento, absentismo, etc.).

Sorprendentemente, en la práctica, en la mayoría de los casos, estas dificultades están más en el imaginario de la gente que en la realidad. Podemos por tanto afirmar que es muy difícil romper los prejuicios.

De ahí que se debata que el problema de la discapacidad no reside en la propia persona, sino en la existencia de un entorno que le confiere esta condición de discapacitante. Se resalta pues la importancia que cobra el entorno en el análisis de las limitaciones funcionales de la actividad. Es decir, en la presencia de barreras arquitectónicas, urbanísticas, en los transportes, en las comunicaciones y, en general, en el acceso a dispositivos técnicos diseñados para la media.

Hablaríamos entonces de las barreras físicas a la incorporación al trabajo, las de carácter organizacional y las de carácter socio-cultural. La accesibilidad será la técnica que nos permitirá superar estas barreras y mejorar la autonomía personal de las personas con dependencia funcional.

Accesibilidad integral. El diseño para todas las personas

Todos participamos de la idea de que todo espacio o elemento en general, debe estar concebido y diseñado para todo el universo de personas.

La condición inicial que suele viciar de origen un proyecto de diseño es, que para los entornos, objetos, y utensilios en general, poseemos experiencias y métodos de intervención que nos permiten delimitar las dimensiones, las tolerancias, etc. y por el contrario para el factor humano estos límites son más difusos y a veces cambiantes y contradictorios.

Ese criterio estaría recogido en lo que denominamos concepto de diseño integral, es decir, un diseño que aporte originariamente, de forma totalmente integrada, las condiciones funcionales y estructurales necesarias para generalizar su uso, sin acentuar las particularidades o diferenciaciones.

Por tanto, además de las características materiales, técnicas y aquellas otras que le otorguen garantía y fiabilidad para el uso que se pretende, su conveniencia estará determinada en función de su ubicación, tamaño, señalización, etc. y sobre todo de su capacidad de posibilitar y armonizar una utilización mayoritaria que de otra forma y de no ser así sería " inadecuado y excluyente".

La accesibilidad integral sería por tanto la condición que deben cumplir los entornos, procesos, productos y servicios, así como los instrumentos y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables en condiciones de seguridad, comodidad e igualdad de la forma más autónoma y natural posible por todas las personas y, en particular, por aquellas que tienen alguna discapacidad.

De esta manera se muestra que el diseño inclusivo pasaría por concebir espacios y productos que contemple su utilización por personas con discapacidad sin necesidad de adecuaciones espaciales ya que sería discriminante y excluyente.

Pero la realidad marca que en ocasiones, se precisen de productos y servicios específicos concebidos para personas con especiales discapacidades. A estos productos y servicios les denominamos, de manera genérica, productos de apoyo.

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