Flexibilidad laboral: es hora de avanzar

Flexibilidad laboral: es hora de avanzar

Las empresas tienen ante sí un reto importante para adaptarse a lo que sus empleados necesitan
31 Octubre 2020

La incertidumbre en plena oleada de rebrotes de covid-19 ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la conciliación y la flexibilidad laboral.

La planificación, que involucra al ministerio, las CCAA, los ayuntamientos y colegios, ha derivado en el anuncio de medidas de todo tipo para minimizar el riesgo. Algunas son protectoras (tomar la temperatura, distancia entre los pupitres o uso de mascarillas) y otras de carácter organizativo (jornada continua, cierre de comedores, cancelación de extraescolares o entradas escalonadas).

La pandemia sigue activa y supone una preocupación para los padres y madres que tienen que compaginar su desempeño profesional con esta situación escolar cambiante. ¿Qué hacer si mi hijo no puede acudir al colegio porque hay un positivo en el aula?

No hay soluciones únicas que puedan aplicarse a todas las situaciones y casos: ni todos los sectores ni todos los puestos son viables en remoto

Las empresas tienen ante sí un reto importante para adaptarse a lo que sus empleados necesitan. Si la flexibilidad ha sido una demanda creciente de las empresas hacia los trabajadores, es hora de demostrar que también las compañías son capaces de ser flexibles cuando las personas que las hacen funcionar cada día lo necesitan.

Por supuesto que no hay soluciones únicas que puedan aplicarse a todas las situaciones y casos: ni todos los sectores ni todos los puestos de trabajo son viables en remoto. Los turnos, los procesos productivos y la coordinación de equipos imponen ciertos límites a la flexibilidad horaria. Pero no se trata tanto de dar una receta mágica universal como de actuar con liderazgo y valentía en la gestión de recursos humanos. Es hora de sumar esfuerzos para avanzar a nivel social en conciliación familiar y en la protección de la salud; la propia y la de todos.

Por el bien de los empleados y de la empresa

Este cambio de modelo laboral requiere de un apoyo importante en las nuevas tecnologías. Con el equipamiento adecuado, prácticamente cualquier trabajo de oficina se puede realizar a pleno rendimiento desde el hogar. Pero, además de superar las posibles barreras tecnológicas y logísticas, también es necesario impulsar la flexibilidad horaria. De poco sirve el trabajo en remoto si se mantiene la rigidez en los horarios o, incluso, si termina convirtiéndose en una conexión permanente con el trabajo.

Otorgar estas facilidades a los empleados no supone, ni mucho menos, renunciar a la productividad. Más bien, es una buena forma de garantizar que pueden trabajar sabiendo que su familia y su salud están tan protegidas como es posible y son importantes para su empresa.

Aún más: este es un paso natural en el marco de una relación laboral sana, basada en políticas y prácticas basadas en la confianza, la responsabilidad y el empoderamiento de personas y equipos. De este modo, se refuerza el vínculo entre empresa y trabajadores a partir de la consecución de objetivos comunes y se establecen unas rutinas en que cada persona debe realizar su tarea para no afectar a las demás. Si se cambia el verbo estar por el verbo hacer, tendremos mucho ganado.

Más allá del balance: lo que la sociedad espera

Más allá de los beneficios que tenga para los empleados y la empresa, trabajar por el bienestar de las personas de una compañía también es un valioso ejercicio de responsabilidad social corporativa. Trazar planes de acción en materia de flexibilidad laboral no solo tiene una repercusión positiva en la empresa y en quienes trabajan en ella, sino que también tiene un efecto positivo en la sociedad.

Aplicado a la actual situación de pandemia, puede evitar la propagación del virus gracias a la reducción de los desplazamientos al trabajo, por ejemplo, o proteger a pequeños o mayores (que tradicionalmente han asumido el cuidado de sus nietos mientras los padres y madres trabajan) ante posibles contagios en el colegio.

Por ello, es necesario impulsar el teletrabajo y la conciliación, sabiendo que siempre habrá obstáculos y que cada puesto y sector tiene sus particularidades. Hay que responder a esta demanda, aunque suponga un esfuerzo inicial tanto económico —para la inversión en equipamiento— como de adaptación a nuevas rutinas.

Un cambio como este, que es tan necesario como viable, solo será posible con el esfuerzo conjunto de todos los agentes sociales: las administraciones públicas desarrollando una regulación adecuada para este modelo de trabajo, las empresas implantando las medidas pertinentes a nivel interno y las personas que trabajan en ellas aplicándolas correctamente. Es hora de avanzar.

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