El liderazgo y el trabajo en equipo son la urdimbre del tejido dinámico de las organizaciones.

El liderazgo y el trabajo en equipo son la urdimbre del tejido dinámico de las organizaciones.

Uno no puede existir sin el otro en un entorno organizacional activado por una constelación de equipos.
6 Septiembre 2022

Redacción

Estos equipos son esencialmente organizaciones temporales con objetivos, recursos, y plazos.

Esto se debe a que tanto los objetivos tácticos como las metas estratégicas de la organización se logran, en gran medida, mediante el esfuerzo de equipo, y esto no puede suceder por accidente.

Ambos, el liderazgo y el trabajo en equipo, están impulsados por habilidades sociales críticas que deben ejercerse con prudencia, y de manera equilibrada. Este equilibrio entre liderazgo y trabajo en equipo es imperativo para garantizar que ambos se ejecutan no solo en tándem, como dos caras de la misma moneda, sino en simbiosis, ya que se inspiran para el éxito unos de otros.

Un liderazgo deficiente no puede llevar a un equipo motivado al éxito; del mismo modo, un liderazgo fuerte no puede esperar lograr el éxito con un incompetente equipo desmotivado.

El liderazgo organizacional es una combinación de habilidades y comportamientos que permiten a una persona ejercer una influencia interpersonal en un grupo de personas. La visión y el propósito del líder se logran mediante dirigir y motivar al equipo para lograr el conjunto de metas deseadas previstas por el líder.

De hecho, el liderazgo en sí mismo es un ejercicio enfocado en influir y empoderar a las personas, individualmente y en equipos, y tener expectativas claras de estos seguidores.

Con sus innatas y adquiridas habilidades y empoderadas por el líder con autoridad y responsabilidad delegadas, el equipo facilita la traducción de la visión del líder en realidad. El máximo logro de un líder es persuadir a los seguidores de que realicen hazañas aparentemente imposibles. De hecho, los mejores líderes motivan a sus seguidores para lograr tareas y metas mucho más allá de sus propias expectativas.

El concepto de liderazgo tiene muchas connotaciones diferentes y, a menudo, se lo considera sinónimo con otros conceptos igualmente complejos, como poder, autoridad, gestión, administración y supervisión. Los investigadores lamentan que ni los académicos ni los profesionales hayan podido definir el liderazgo con precisión, exactitud y concisión adecuadas.

Esto no tiene por qué ser sorprendente, porque donde las definiciones difieren es en su connotación, particularmente en términos de sus implicaciones para la relación líder-seguidor.

De hecho, el modo de definición de liderazgo incorpora supuestos normativos de una relación entre líderes y seguidores.

Las definiciones de liderazgo parecen variar según los supuestos ontológicos subyacentes utilizados para examinar el fenómeno. Por ejemplo, los teóricos de los rasgos definen el liderazgo como un conjunto de rasgos, mientras que los teóricos del comportamiento lo identifican como un conjunto de habilidades.

La perspectiva tiende a definir el liderazgo como un proceso y una relación.

Los enfoques de la investigación del liderazgo pueden cristalizarse en grupos como: teorías de rasgo, comportamiento, poder e influencia (teorías de liderazgo recíproco); estos modelos recíprocos de visión de liderazgo subjetivamente como un proceso dinámico con relaciones recíprocas con los seguidores. Otras teorías del liderazgo incorporan contingente, cultural, constructivista social, crítica y enfoques posmodernos. Las teorías de liderazgo más reconocidas en la actualidad incorporar liderazgo visionario, carismático, laissez-faire, transaccional y transformacional

Considerando las amplias definiciones de liderazgo (Gardner, 1995), su definición operativa dependerá en gran medida del propósito del investigador.

El liderazgo comprende procesos de influencia que afectan la interpretación de eventos para sus seguidores; la elección de objetivos para el grupo u organización; la organización de actividades laborales para lograr los objetivos; la motivación de los seguidores para alcanzar los objetivos; el mantenimiento de relaciones de cooperación y trabajo en equipo; y la obtención de apoyo y cooperación de personas ajenas al grupo u organización.

Un equipo se puede definir simplemente como un grupo de individuos unidos en pos de una misión común u objetivo, a menudo sacrificando agendas personales en aras del logro del equipo. Así, los equipos tienen varias características: individuos diversos, un objetivo común, un sentido de comunidad, intercambio de conocimientos y esfuerzo concertado. Los mejores equipos son aquellos compuestos por personas interesadas, buscadores de oportunidades, infatigables solucionadores de problemas y optimistas incorregibles.

Tales equipos desarrollan una alta dinámica de equipo y una sólida trayectoria, al tiempo que mejora su propio desarrollo profesional. Se necesita un liderazgo eficaz para lograr estos loables objetivos.

De hecho, los líderes fuertes construyen equipos sólidos: grupos de personas que trabajan juntas en forma cooperativa, esfuerzo orientado a objetivos. En el mundo de conocimiento intensivo de hoy, los líderes influyen y motivan equipos. No coaccionan. Logran resultados desarrollando una visión compartida y comunicando para el equipo mientras influye con pasión. Podemos decir que los líderes descubren desafíos y los equipos ayudan a resolverlos.

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