¿Habrá vacunas para todos? Producirlas será un enorme reto y España no está preparada

¿Habrá vacunas para todos? Producirlas será un enorme reto y España no está preparada

España carece de instalaciones para la fabricación de la futura vacuna del covid-19. Su producción y distribución inquieta a todo el mundo
12 Junio 2020

Cuando hablamos de la vacuna para el coronavirus, aparte de dar por supuesto que llegará, solemos hacer referencia al tiempo que tardarán los científicos en conseguirla. Aunque en un proceso normal llevaría varios años, esta vez hay muchas previsiones optimistas que hablan de año y medio, un año o tan solo unos meses. Incluso la ministra de Educación, Isabel Celaá, al hablar de la planificación del próximo curso, utilizaba esta semana la expresión “si no hay vacuna…”, dando a entender que es posible o incluso probable haber resuelto este desafío científico de aquí a septiembre. Sin embargo, casi nadie habla del proceso posterior al logro científico: la fabricación y distribución de los miles de millones de dosis de la vacuna que el mundo necesita.

Cada país tratará de priorizar el suministro a sus propios ciudadanos, así que la capacidad para producir vacunas será fundamental. Por eso, cada estado, la Organización Mundial de Salud y organismos como la Fundación Bill y Melinda Gates tratan de posicionarse. ¿Y España? “La realidad es diferente para unos países y para otros, nosotros no estaremos entre los peor posicionados, pero tampoco entre los más favorecidos”, explica a Teknautas Jaime Jesús Pérez Martín, médico especialista en medicina preventiva y salud pública y directivo de la Asociación Española de Vacunología (AEV). Este problema es preocupante sobre todo “para los países que no han apostado por la biotecnología y por tener fábricas de vacunas. España tiene de veterinaria, pero no de vacunas humanas”, advierte.

No obstante, el problema que se avecina es internacional: “A día de hoy no hay capacidad para producir esta vacuna sin dejar de fabricar el resto de las necesarias, harían falta plantas específicas”, asegura Raquel Carnero, farmacéutica experta en vacunas y coautora del libro ‘Vacunando’. La demanda de vacunas para la gripe, el sarampión, las paperas y la rubeola, entre otras enfermedades, seguirá ahí.

De hecho, la industria tiene problemas para cubrir la demanda actual de vacunas para la gripe estacional, así que va a ser muy difícil que las infraestructuras actuales puedan hacer frente a lo que viene. El pasado mes de diciembre, José María Eiros Bouza, director del Centro Nacional de la Gripe de Valladolid, explicó en este periódico que España no estaba preparada para una posible pandemia, precisamente, por carecer de una producción propia de vacunas. Ahora ha llegado el momento de ver hasta qué punto esto es, en efecto, un problema serio.

Cada tipo de vacuna, una instalación

La Organización Mundial de la Salud (OMS) actualiza continuamente una lista de proyectos sobre vacunas para elcovid-19 que ya recoge más de 100 en todo el mundo, ocho de los cuales están en fase de ensayos clínicos. Entre ellos destacan uno de la Universidad de Oxford y otro del Instituto de Biotecnología de Pekín que ya cuentan con medio millar de personas para probar su eficacia (técnicamente, se encuentran en la fase 2 de las tres necesarias, tras haber probado su seguridad). En esa lista hay dos iniciativas españolas del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC): la que lideran Luis Enjuanes e Isabel Sola, que busca una versión atenuada del virus mediante herramientas de edición genética; y la de Mariano Esteban, que apuesta por una estrategia basada en una modificación de la vacuna que se utilizó para erradicar la viruela y que ya ensaya con animales su candidato a vacuna.

Esta variedad de estrategias en la investigación complica la planificación del siguiente paso. Aunque países y empresas traten de adelantarse y montar ya las infraestructuras necesarias para la fabricación, no sabrían muy bien qué hacer, porque uno de los grandes problemas es que las instalaciones pueden ser muy diferentes en función del tipo de vacuna que haya que producir y “ahora mismo hay tantos tipos de vacunas como proyectos”. Según explicaba la revista ‘Nature’ hace unos días, algunas de las metodologías no se habían utilizado nunca en el desarrollo de una vacuna y, a grandes rasgos, se podría decir que existen ocho vías diferentes.

Todas tienen en común que buscan exponer el cuerpo humano a un antígeno que no provoca la enfermedad, pero que activa la respuesta inmune para que, en caso de infección, el sistema inmunitario reconozca al virus y le haga frente. Para conseguirlo se puede apostar por crear una versión atenuada del SARS-CoV-2, trabajar con proteínas de la capa externa del coronavirus o usar su ARN, entre otras estrategias. Y la forma de producción de la vacuna también puede ser muy variada: incluso hay un proyecto que propone utilizar plantas de tabaco.

Probablemente, más de uno de estos proyectos llegará a buen puerto. De hecho, “estaría bien que finalmente hubiese distintos tipos de vacunas según el perfil de las personas que vayamos a vacunar”, opina Raquel Carnero, “nos interesa que lleguen varias y que sean diferentes: a los niños se les podría vacunar con una y a las personas inmunodeprimidas, con otra”. También desde el punto de vista del mercado sería importante evitar monopolios.

El caso es que cada modo de producción requiere unas instalaciones específicas. Si salen adelante algunos de los proyectos planteados, harían falta instalaciones de nivel 3 de bioseguridad (hay cuatro niveles) y superar una serie de acreditaciones y procesos que, por mucho que se quieran agilizar los procesos, retardarían la producción final, según el análisis que han realizado algunos expertos para ‘Nature’.

Algunos de los proyectos emplean tecnologías ya empleadas anteriormente, con lo cual, se podrían utilizar las instalaciones de compañías farmacéuticas ya existentes, reconvirtiendo la producción de otras vacunas a la del covid-19. En el caso de que exista esa compatibilidad, probablemente “llegará un momento en el que prime la vacunación frente al coronavirus y eso generará falta de suministro de otras vacunas”, señala Pérez Martín. No obstante, “hay otras que utilizan plataformas y estrategias tan novedosas que no hay instalaciones” y ese problema es aún mayor.

¿Qué debe hacer España?

La ventaja de España, a pesar de no contar con fábricas de vacunas preparadas para el reto, es que está dentro de la Unión Europea y varios países (Italia, Alemania, Francia o Bélgica, entre otros). “No seremos los primeros, pero sí estaremos entre los siguientes”, opina Pérez Martín. No obstante, considera que es necesario mover ficha cuanto antes.

Las políticas relacionadas con la vacunación deben pasar por la Ponencia de Vacunas del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, este organismo no dispone por el momento de información sobre posibles acciones del Gobierno con respecto a la obtención de vacunas para covid-19. Según los expertos, es posible que se esté llevando a cabo este trabajo de forma discreta, aunque en otros países este tipo de iniciativas se han dado a conocer. “Estamos en un momento muy preliminar, con problemas más acuciantes, pero deberíamos ir posicionándonos al menos dentro de la Unión Europea”, opina el representante de la AEV.

Además, los poderes públicos tienen en su mano tomar otro tipo de medidas mucho más directas. “La Fundación Bill y Melinda Gates lo ha hecho. Es cierto que es una apuesta, pero el Estado podría impulsar unas instalaciones que, cuando esto pase, podrían reconvertirse en una fábrica de vacunas para otros temas. No creo que sea un proyecto estrambótico si se hace, por ejemplo, llegando a un acuerdo con GSK y Sanofi”, apunta, en referencia a dos compañías farmacéuticas que tiene un proyecto conjunto en relación al covid-19.

No sería la primera vez que España impulsa una iniciativa con capital tanto público como privado para la producción de vacunas. En 2009, con la gripe A en el centro de la preocupación sanitaria mundial, la compañía Rovi inició un proyecto para instalar una planta en Granada. Tenía un presupuesto de 60 millones de euros y el apoyo del Gobierno y la Junta de Andalucía. Dos años más tarde se anunció una inversión aún mayor, de hasta 92 millones de euros. Sin embargo, la crisis económica hizo que las administraciones públicas recularan y la reducción de precios en el mercado de las vacunas acabó por enterrar la idea en 2014.

Fuente: Elconfidencial

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