Teletrabajo en España, ¿estamos preparados para el distanciamiento?

Teletrabajo en España, ¿estamos preparados para el distanciamiento?

La dramática irrupción del COVID-19 en nuestras vidas ha puesto de relieve una pregunta largamente postergada: ¿cuál es la capacidad de nuestro aparato productivo para trabajar desde casa?
28 Junio 2020

Las severas medidas de confinamiento adoptadas por un número amplio de países, entre ellos España, han hecho más por el teletrabajo en los últimos dos meses que todos los llamamientos previos realizados para favorecer la conciliación familiar y la lucha contra el cambio climático. Ahora bien, dado el distanciamiento físico que nos vemos obligados a mantener, es fundamental responder a las siguientes cuestiones: ¿cuántos trabajos se pueden hacer desde casa en España?, ¿se ven afectadas las comunidades autónomas por igual?, ¿cómo se distribuye el teletrabajo por salarios, género, educación, edad y tipo de trabajo? Para contestar a estas preguntas (para un análisis detallado por género ver aquí y aquí) presentamos a continuación algunos resultados preliminares de nuestra investigación sobre los efectos del distanciamiento en la desigualdad salarial en Europa (Palomino, J.C., Rodríguez, J.G. y Sebastián, R. (2020): “Wage inequality effects of social distancing in Europe”, mimeo).

El distanciamiento físico impuesto por los gobiernos para limitar la propagación de la pandemia ha provocado un efecto asimétrico sobre la oferta de trabajo: descontando las ocupaciones esenciales (servicios sanitarios, transporte, venta de alimentos, etc.) solo aquellos trabajos que puedan hacerse desde casa no verán impedido su ejercicio. Por tanto, evaluar las consecuencias económicas del distanciamiento −sin tener en cuenta los efectos posteriores que puedan sobrevenir por el lado de la demanda− exige como mínimo calcular en qué grado las ocupaciones pueden ser desempeñadas desde casa.

En un estudio reciente, los investigadores Jonathan Dingel y Brent Neiman (ver aquí) han encontrado que el 37 por ciento de trabajos en Estados Unidos pueden ser realizados enteramente desde casa (ver también aquí). ¿Y en España? Siguiendo a estos autores utilizamos hasta quince preguntas de la base de datos ocupacional O*Net (elaborada por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos) tales como, el trabajo ¿se realiza al aire libre? o ¿requiere realizar de manera significativa actividades físicas? para calcular la probabilidad de teletrabajar a nivel ocupacional. A continuación, utilizamos la European Labour Force Survey (EU-LFS) del 2018 para adecuar esas probabilidades al contexto europeo. En la Figura 1 mostramos las probabilidades de teletrabajar por ocupaciones (ISCO-2 dígitos) en España, ordenadas en el eje horizontal por el salario medio. Como era de esperar, los directivos, profesionales, técnicos y personal de apoyo administrativo son los colectivos menos vulnerables al distanciamiento. Además, se observa que las ocupaciones con mayor índice de teletrabajo presentan salarios más altos.

Figura 1. Teletrabajo y empleo por ocupaciones en España.

Fuente: EU-LFS (2018) y EU-SILC (2018).

En el contexto europeo, España es el quinto país peor preparado para el teletrabajo, siendo solo superado por Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Hungría. Por el contrario, los países mejor preparados son Luxemburgo, Suiza, Suecia y el Reino Unido. Como se aprecia en la Figura 2, la dispersión entre países es significativa, aunque no existe una dicotomía clara entre el norte y el sur.

Figura 2. Índice de teletrabajo en Europa.

Fuente: EU-LFS (2018).

Si nos centramos en España, por comunidades autónomas vemos que Madrid con un índice de teletrabajo de 0.43 es la única región que está por encima de la media europea (0.38), encontrándose después, aunque a bastante distancia, Cataluña (0.36), Islas Canarias (0.33) y País Vasco (0.33). Por la parte baja, tenemos a Castilla y León (0.24), Extremadura (0.25) e Islas Baleares (0.25). Como se aprecia en la Tabla 1 la dispersión territorial del teletrabajo en España, al igual que en Europa, es alta (ver mapa interactivo aquí). El distanciamiento impondrá unos costes económicos altos, pero la asimetría de estos por regiones será quizás la nota predominante.

Las asimetrías no son, sin embargo, solo de índole territorial. En la tabla 1 también se muestra −por comunidades autónomas− el índice de teletrabajo por género, tipo de trabajo (tiempo completo o parcial), tipo de contrato (indefinido o temporal), y nivel educativo. De acuerdo con su probabilidad para teletrabajar, las mujeres son menos vulnerables al distanciamiento que los hombres a lo largo y ancho de todo el territorio español. No obstante, la dispersión por regiones es de nuevo elevada, así la diferencia entre ambos sexos va desde los 6 puntos porcentuales en Madrid hasta los 45 puntos porcentuales en Navarra. Por tipo de trabajo, como cabía esperar, los trabajadores a tiempo parcial o con contratos temporales presentan probabilidades para teletrabajar mucho menores que sus homólogos a tiempo completo o con contratos indefinidos. Por último, se observa una fortísima relación positiva entre el nivel educativo y la probabilidad para teletrabajar en todo el país. Mientras que la probabilidad de trabajar desde casa de un trabajador con solo educación primaria es como máximo de 0.13 (Madrid), la de un trabajador con estudios secundarios es 0.28 (Cataluña), y con estudios universitarios de 0.61 (Madrid).

Tabla 1. Índice de teletrabajo en España.

Fuente: EU-LFS (2018) y EU-SILC (2018).

Así las cosas, ¿existe alguna relación entre la posibilidad de teletrabajar y el salario percibido? En la Figura 1 ya vimos que aquellas ocupaciones en el tramo salarial más alto son las menos vulnerables al distanciamiento. Este resultado es aún más evidente por trabajadores. Utilizando la encuesta EU-SILC (2018) para España y nuestro índice de teletrabajo de la EU-LFS (2018), hemos ordenado a los trabajadores por su salario en percentiles. En la Figura 3, se comprueba el elevado nivel de correlación entre la posición ocupada en la distribución salarial y la probabilidad de poder trabajar desde casa. Los trabajadores con salarios más bajos son precisamente aquellos que tienen más difícil teletrabajar, esto es, no verse afectados por el obligado distanciamiento.

Figura 3. Teletrabajo a lo largo de la distribución salarial en España.

Fuente: EU-LFS (2018) y EU-SILC (2018).

A nivel territorial la relación se repite: el nivel medio de teletrabajo está positivamente correlacionado con el salario medio anual de las comunidades autónomas (Figura 4, panel a). A este resultado hay que sumarle que la desigualdad intra-regional en el índice de teletrabajo (según el índice de Gini) tiende a estar asociada negativamente con el salario medio anual (Figura 4, panel b).

Figura 4. Correlaciones teletrabajo y salario (niveles medios y desigualdad)

Fuente: EU-LFS (2018) y EU-SILC (2018).

Por tanto, cabe pensar que va a haber un proceso de divergencia. El shock de oferta inicial (confinamiento primero y distancia física después) hará que la asimetría ocupacional de nuestro aparato productivo −muy volcado en actividades poco sustituibles por teletrabajo como el turismo y la construcción− genere por si misma un mayor grado de desigualdad salarial en España, tanto por trabajadores, como por regiones. El posterior shock de demanda y los efectos de segundo orden de la oferta y demanda sobre el empleo no harán sino amplificar esta tendencia hacia una mayor dispersión salarial (personal y territorial). No estamos hablando, por tanto, solo de una importante caída previsible de la renta per cápita en España, también de un incremento igualmente significativo de la desigualdad tanto a nivel de los trabajadores como de las comunidades autónomas de España.

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