Este verano, Sant Jordi
Este verano, Sant Jordi
Libro, rosa y mascarilla. El verano del 2020 –el año de la plaga– será difícil de olvidar. Sant Jordi (o, más correctamente, el día del Libro) se celebrará, por primera vez y sin que sirva de precedente, el 23 de julio, festividad de Santa Brigida de Suecia, patrona de Europa.
La Cambra del Llibre –que agrupa a editores, libreros, distribuidores e impresores–, junto al Gremi de Floristes, se descolgó con la sorpresa, tras una reunión ordinaria en que todos consideraron que el anuncio ya de una fecha facilitaría la organización del evento, para el que se cuenta con la colaboración de las tres principales administraciones políticas, el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Gobierno central. Este último, además, adquiere una relevancia especial porque se pretende extender el día del Libro por toda España.
Como un planeta con dos lunas, la realidad es que este año tendrá dos Sant Jordis, los dos en jueves. Primero, porque a un santo no hay virus capaz de cambiarlo de día. Y, segundo, porque nadie concibe que el 23 de abril la gente se resigne sin más a no adquirir ningún libro ni ninguna rosa.
Librerías y editores han puesto en marcha varios sistemas para los que no quieran esperar a los idus de julio: compra anticipada (con libro que se pasa a buscar al fin del confinamiento), servicio a domicilio (en las webs de algunas librerías, en la agrupación de puntos de venta independientes Libelista, o en las grandes cadenas como Amazon, Casa del Libro o Fnac) y, por supuesto, compra de libros electrónicos. Los supermercados, papelerías y quioscos con libros podrán también venderlos ese día.
Al principio, en 1926, la fecha del acontecimiento era el 7 de octubre
No es la primera vez que el día del Libro cambia de fecha. Al principio, entre 1926 y 1930, se celebraba el 7 de octubre y pasó al 23 de abril en 1931. Tras la Guerra Civil, tuvo lugar primero el 27 de abril y luego el 2 de mayo, y en 1945 volvió al 23 de abril, día en que popularmente se data la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Pero, en realidad, Cervantes murió el 22 de abril de 1616 aunque fue enterrado el 23, y el bardo de Avon lo hizo el 3 de mayo del mismo año porque Inglaterra se regía por el calendario juliano (en el que sí era 23 de abril) en vez de por el gregoriano (quien sí murió exactamente ese 23 de abril de 1616 fue el Inca Garcilaso de la Vega). Pero a Sant Jordi muerto, Sant Jordi puesto y ayer ya circulaban en redes sociales los recordatorios de que el 23 de julio nació Raymond Chandler (1888) o murieron Carmen Martín Gaite (2000) y Esther Tusquets (2012).
Patrici Tixis, presidente de la Cambra del Llibre, afirma que “es una decisión que hemos tomado porque, antes de que lleguen las vacaciones de verano hemos de poder celebrar el día del Libro. No será como antes, porque en esas fechas aún tendremos vigentes medidas sanitarias para protegernos del coronavirus, pero entendemos que ya estarán las librerías y otras tiendas abiertas. Hablaremos en todo momento con las autoridades sanitarias y con el Ayuntamiento para ver qué manera concreta de celebrarlo garantiza las condiciones sanitarias y cuál es la logística óptima que permita llevarlo a cabo”.
Nadie se imagina la típica escena de miles de personas apretadas en las calles frente a las paradas pero, para Tixis, sea cual sea la fórmula final, “es una manera de manifestar que hay vida frente al virus”.
Desde que estalló la crisis de la Covid-19, la Cambra del Llibre ha ido manteniendo reuniones periódicas, como la del pasado 17 de marzo, en que se decidió “posponer” la celebración de este año, en concreto “las paradas en la calle y las firmas de libros” y se manifestaba la voluntad de organizar una celebración “redimensionada” antes de vacaciones. En la reunión ordinaria de ayer, se oyeron diversas opiniones pero fue abrumadoramente mayoritaria la necesidad de fijar una fecha. “Ha salido el tema –confirma Tixis– y hemos creído que, si todos estábamos de acuerdo en que tenía que ser antes de vacaciones, debía ser lo más lejos posible del confinamiento y entre semana.
La diada de sant Jordi del año pasado en Barcelona (Àlex Garcia)
El 23 es el mismo número de día que en abril y tener fecha lo dinamiza todo, tres meses es además un buen período de tiempo para hablar con calma con las tres instituciones, y facilita el intento de que la celebración del día del Libro, en aquellos lugares del resto de España que quieran sumarse, sea más intensa”. No se trata de imponer una nueva tradición, pues ese mismo día y también en fechas cercanas ya se celebraban iniciativas como la Noche de los Libros (el 22 de abril) o la Feria del Libro de Madrid, en mayo, que se ha pospuesto al mes de octubre y que ahora podría contar con un aperitivo veraniego en julio.
El sector del libro español, igualmente golpeado por el coronavirus, ha sido consultado y ha dado su visto bueno a la iniciativa. Entre las medidas de ayuda que estudia el Gobierno de Pedro Sánchez se cuenta la de instaurar un “bono cultural” por el que cada ciudadano dispondría de una cantidad para gastar en libros, espectáculos, música o cine, inspirada en una medida del Gobierno del País Vasco.
Una primera incógnita es: ¿cómo tendrán lugar las firmas? ¿Y dónde? Nadie tiene la respuesta aún. Tixis dice que “la idea es que la celebración sea lo más aproximada posible al tradicional acercamiento de los autores a los lectores, pero haciéndolo de una manera que no ponga en riesgo a nadie”. ¿Habrá autores internacionales o la celebración se limitará a los locales? Un editor consultado indica que “si se han levantado las restricciones a los vuelos, la decisión final dependerá de cada escritor, supongo que muchos aún no querrán moverse pero me imagino a algunos que querrán venir para reivindicar la gran fiesta del libro”.
Todo está por hablar. Una de las ideas que se barajan, dependiendo de las normas sanitarias en ese momento, es habilitar grandes espacios –cerrados o abiertos– para colas de lectores que mantengan la distancia. Podría ser una gran avenida de la ciudad, una plaza, o recintos emblemáticos. Otra idea que algunos lanzaron es que no se sea tan estricto circunscribiendo todos los actos a una única fecha, sino que el 23 fuera la culminación de una semana de ventas y firmas. Tixis no quiere concretar nada “porque no lo sabemos, lo único seguro es que no será aquella aglomeración de otros años”. El sector trabaja con la hipótesis de que, por esas fechas veraniegas, las librerías ya estarán abiertas y el objetivo principal es que la máquina vuelva a girar. “Tras el confinamiento, nos gustaría que lo segundo que hiciera la gente fuera meterse en una librería”, afirma un miembro de la Cambra.