La paciencia es la madre… de los cambios culturales

La paciencia es la madre… de los cambios culturales

A la hora de pensar en el cambio, hay que tener en cuenta que las personas somos unos seres complejos, enrevesados, y contradictorios. Nada que haya que lamentar, para bien y para mal, nuestro cerebro tiene un funcionamiento harto complicado.
23 Octubre 2019

Así, nos encontramos que la mayoría de los seres humanos muestran inicialmente un rechazo al cambio, el cerebro se siente seguro en entorno conocido, así que esgrimimos cualquier excusa para demorarlo hasta el infinito y más allá.

Eso sí, una vez se alinean los planetas de forma correcta, y estamos convencidos y motivados (intrínseca o extrínsecamente) para cambiar, resulta que no podemos esperar. El cambio tiene que ser para ya.

Llevas 10 años queriendo reducir peso, y cuando por fin tomas la decisión de hacerlo, te compras ese producto que te promete conseguir tu objetivo en un mes.

Llevas toda tu vida siendo pobre, y decides que si quieres hacerte rico lo vas a conseguir a través de esa casa de apuestas que han abierto en la esquina de tu calle.

En la era de la inmediatez que vivimos, tenemos una tendencia peligrosa a confundir la velocidad con el tocino. O peor aún, a atocinarnos por querer ir a toda velocidad. Ojo, tampoco hay que confundir apoyar lo ágil con “ágilyapoyarse”

Somos como somos en base a diversos factores (biología, cultura, historia personal…) que han influido en nuestro modo de pensar a lo largo de nuestra vida, que ha configurado nuestros mapas mentales. Y eso no se puede alterar así como así. No podemos derribar costumbres en un segundo, no podemos construir hábitos en un díaLos nuevos hábitos, que son los que sustentan un éxito a largo plazo en cualquier cambio, se adquieren mediante repeticiones prolongadas en el tiempo, necesitan pues, paciencia y dedicación.

No podemos decidir el tiempo que vamos a tardar en hacer la transformación digital de nuestra empresa en función del budget del que disponemos, o del plazo que se ha marcado dentro de unos objetivos anuales.

No podemos cambiar el modelo de liderazgo subiéndonos a un estrado, cual Moisés al Sinaí, y mostrando desde lo alto las lista de la nuevas diez nuevas competencias a adquirir.

La cultura, uno de los pilares de nuestros mapas mentales, necesita un tiempo indefinido para cambiarse, exactamente: el que sea necesario.

Si tuviera que elegir los dos factores más críticos necesarios para acometer un cambio cultural con éxito en una empresa diría que son dos: que las personas que lo patrocinan crean en él de verdad (nada de imposturas, o modas) y la paciencia.

No tenía el gusto de conocer al almirante americano, Hyman Rickover, pero recientemente leí una frase de él que hago mía: “La buenas ideas no se adoptan automáticamente. Deben ser llevadas a la práctica con valerosa paciencia”.

Sí, ninguna de las mejoras ideas de la historia de la humanidad fueron compradas a la primera, que se lo digan a Galileo que estuvo a punto de ir a la hoguera. Todo cambio, por muy obvio que parezca, deber llevar asociado un proceso externo de difusión y divulgación, que dé paso a un proceso interno en cada persona de asimilación, determinación, aprendizaje y desaprendizaje, consolidación (paciencia) y finalmente constatación de resultados.

Con trabajo y paciencia se obtienen frutos, con trabajo y prisas normalmente se obtiene frustración.

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