La autocompasión, una nueva aliada para ser más eficiente

La autocompasión, una nueva aliada para ser más eficiente

Las investigaciones más recientes conciben esta habilidad como una herramienta para ser menos críticos con nosotros mismos y conseguir una visión más realista de nuestra situación.
9 Septiembre 2019

Cuando algo le sale mal en el trabajo, ¿se pone a la defensiva y busca en otros al culpable o descarga la responsabilidad del drama en usted mismo? Respuesta equivocada. Ni una ni otra son la solución adecuada. Esas dos son las reacciones más habituales cuando experimentamos un contratiempo, pero también las más dañinas y contraproducentes. Si nos encontráramos a un amigo en una situación similar, lo más probable es que fuéramos comprensivos y alentadores con él de forma casi automática. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo hacerlo con nosotros mismos? En los últimos años, la autocompasión se ha convertido en el foco de una gran cantidad de investigaciones que buscan descubrir si es una herramienta útil para mejorar el rendimiento y el crecimiento laboral.

Aunque tradicionalmente esta habilidad ha estado vinculada a la idea de sentir lástima por uno mismo o a tener una autoestima baja, las investigaciones más recientes están orientadas a concebir la autocompasión como una herramienta para ser más indulgentes y menos críticos con nosotros mismos y conseguir una visión más realista de nuestra situación. Concebida así, esta habilidad puede ser de ayuda para recuperarse de los fracasos y los contratiempos en cualquier ámbito de la vida, también en el trabajo.

Al ser autocompasivo, un trabajador es capaz de evaluar de forma más realista su capacidad y su entorno, esto funciona sobre todo en aquellos que son especialmente perfeccionistas. Es decir, aquellos que establecen estándares inflexibles y excesivamente altos, evalúan su comportamiento de forma demasiado crítica y tienen una mentalidad de todo o nada sobre su desempeño. O está perfecto o está impresentable.

En estos casos, ser cariñoso con uno mismo es fundamental, especialmente si se está aprendiendo algo nuevo. Las investigaciones de Serena Chen, profesora de psicología y catedrática en la Universidad de California, explican que “cuando las personas se tratan con compasión, son más capaces de llegar a autoevaluaciones realistas, lo cual es la base para la mejora”. También asegura que las personas con altos niveles de autocompasión son más amables y tienden a juzgarse menos por sus errores, “reconocen que los fracasos son una experiencia humana compartida y no dejan que las emociones negativas se apoderen de ellas”. La autocompasión debería ser entonces uno de los instrumentos básicos de la caja de herramientas emocional de cualquier persona perfeccionista.

Mentalidad de crecimiento

El volumen de investigación sobre esta habilidad ha crecido tanto en los últimos años que existen herramientas pensadas expresamente para evaluarla, como la desarrollada por Kristin Neff, profesora de la Universidad de Texas. Se trata de una encuesta que los usuarios rellenan sobre lo que sienten o piensan. Por eso, los resultados deben ser tomados con cautela: el informe refleja cómo el usuario se ve a sí mismo, tal y como sucede con los test de personalidad. Esta herramienta ha sido utilizada por investigadores y profesionales para esclarecer qué rasgos están asociados con el sentimiento de autocompasión.

En sus investigaciones ha encontrado que las personas que obtienen una puntuación alta en la encuesta suelen estar más motivadas para mejorar y para seguir intentándolo cuando se equivocan o les dicen que no. Más allá de aumentar la motivación, esta habilidad también hace que las personas adopten lo que Carol Dweck, profesora de psicología en la Universidad de Stanford, ha llamado una mentalidad de crecimiento. Dweck ha documentado que “quien tiene una mentalidad fija cree que las personas apenas cambian.

Pero quienes tienen una mentalidad de crecimiento consideran que los rasgos y habilidades de la personalidad son maleables y, por lo tanto, es más probable que intenten mejorar”. Investigaciones posteriores han encontrado que la autocompasión hace que las personas adopten esta mentalidad de crecimiento. Aplicada al ámbito laboral, esta actitud resulta imprescindible para evolucionar.

Tenga un jefe autocompasivo

Como sucede con las emociones y los hábitos, la capacidad de ser indulgente también se contagia de jefe a empleado. De todos los elementos que afectan el rendimiento final, la importancia del estado de ánimo del líder y sus comportamientos son muy influyentes, según documentó la investigación de Daniel Goleman, psicólogo especializado en inteligencia emocional. Así, ser un jefe autocompasivo tiene beneficios que se extienden al resto del equipo.

Esto se debe a que la compasión por uno mismo y por los demás están vinculadas: la práctica de una aumenta la otra. Como hemos visto, aprender a ser amable y a no juzgarse proporciona una visión más realista de la situación y esto también influye en quien tenemos cerca. Un aspecto que está ayudando a ser más comprensivos a los jefes es que el entorno empresarial ha comenzado a legitimar al fracaso en los últimos años y a incluirlo como una fase más de los procesos de innovación.

La autocompasión se convierte en algo clave, sobre todo en los entornos laborales tóxicos, donde las malas prácticas o las relaciones insanas se acaban convirtiendo en una espiral sin salida. Contar con un líder que sea capaz de ser comprensivo e indulgente consigo mismo y con los demás es clave para salir de ese círculo vicioso. No es fácil, pero como cualquier habilidad, la autocompasión se puede mejorar y aprender. Controle a su crítico interno. Dese un respiro.

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