“El aprendizaje cooperativo es algo muy distinto de poner a los alumnos a trabajar en grupos”
“El aprendizaje cooperativo es algo muy distinto de poner a los alumnos a trabajar en grupos”
Hasta hace no mucho tiempo en educación se prestaba bastante atención a la forma en que interactuaban los alumnos con el material didáctico o a las relaciones entre el profesor y los alumnos, pero muy poca a las interacciones entre los propios alumnos. Afortunadamente, esto ha cambiado en los últimos años, en gran medida gracias al trabajo de David W. Johnson y Roger T. Johnson.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que todos los profesores, queramos o no, seamos conscientes o no, promovemos un determinado patrón de interacciones entre nuestros alumnos que puede ser: individualista, competitivo o cooperativo. Por diversos motivos, hasta ahora en las aulas predominaba el individualismo o la competición. Sin embargo, lo que las investigaciones han demostrado es que cuando los alumnos interactúan cooperativamente en el aula, esto tiene un impacto positivo en su aprendizaje, en su adaptación al entorno escolar, en sus relaciones con los demás compañeros y en su propia autoestima.
Resultados de la interdependencia social
Ahora bien, el aprendizaje cooperativo es algo muy distinto de poner a los alumnos a trabajar en grupos. Muchos profesores argumentan que al utilizar esta metodología el aprendizaje no sólo no mejora, sino todo lo contrario: se pierde mucho tiempo, algunos alumnos prefieren trabajar individualmente porque piensan que los demás les estorban, otros quedan aislados o se aprovechan del trabajo de los demás, etc. Lo que está ocurriendo en muchos de estos casos es que los alumnos están sentados en grupos, pero realmente están trabajando de forma individualista o compitiendo entre sí.
Para poder hablar realmente de aprendizaje cooperativo deben darse cinco elementos: la interdependencia positiva, la responsabilidad individual, la interacción promotora, el desarrollo de habilidades sociales y el procesamiento o autoevaluación del equipo.
Curva de desempeño de los grupos de aprendizaje.
Una de las claves para entender el aprendizaje cooperativo reside en comprender que estos cinco elementos no surgen de manera espontánea. Muchos profesores ven sus ventajas y deciden iniciarse en el aprendizaje cooperativo aplicando algunas estrategias en su aula. Lamentablemente, ocurre con frecuencia que estos intentos fracasan porque el aprendizaje cooperativo no se aplica de manera consistente, sistemática y durante el tiempo suficiente, los profesores y los alumnos no son del todo conscientes del sentido que tiene lo que están haciendo, no cuentan con el apoyo necesario del centro educativo (la dirección, otros compañeros, los padres…), o los alumnos aún no están aún preparados para trabajar de ese modo.
Conseguir que los alumnos aprendan a cooperar requiere de un esfuerzo sistemático del profesor (en realidad del compromiso de toda la comunidad educativa) por estructurar los cinco elementos fundamentales del aprendizaje cooperativo. Al principio, durante el primer año, esto requiere invertir un tiempo considerable en planificar cuidadosamente las clases y reflexionar después de la experiencia en el aula. Para ello el profesor debe aprender a observar con atención a sus alumnos y cómo interactúan, en lugar de centrarse en la metodología, que es importante pero solo un medio. Al cabo de aproximadamente dos años los profesores adquieren un hábito y consiguen estructurar el aprendizaje cooperativo en sus clases de manera natural. En el Centro de Aprendizaje Cooperativo se desarrollan programas de acompañamiento a profesores que durante el primer año trabajan en planificar, implementar, documentar y reflexionar en equipo acerca de la implementación de una sola lección de cada uno de los tipos de aprendizaje cooperativo (formal, informal, grupos base y controversia). Parece poco, pero realmente es mucho lo que se puede aprender si los profesores conseguimos encontrar un tiempo, en el ritmo de trabajo vertiginoso que exige un colegio, para pararnos a reflexionar con otros compañeros sobre nuestro trabajo en el aula. El esfuerzo se verá recompensado por los frutos que observaremos en nuestros alumnos.