El reto de ser aprendices permanentes en el siglo XXI

El reto de ser aprendices permanentes en el siglo XXI

En el Foro de Davos de 2017, Mara Swan (vicepresidenta ejecutiva de Estrategia y talento global de ManpowerGroup) introdujo el término learnability (aprendibilidad) como “la curiosidad y la capacidad de aprender nuevas habilidades para mantenerse empleable a largo plazo“.
18 Mayo 2018

Existe cada vez mayor concienciación de que las personas que busquen oportunidades de aprendizaje continuas estarán mejor posicionadas para su propio desarrollo y en el mercado laboral. Hoy día, el éxito profesional viene determinado por la capacidad de los individuos para adaptarse al cambio y por su disposición a responsabilizarse del desarrollo de su carrera.

Estamos inmersos en lo que se ha denominado la cuarta revolución industrial con nuevos modelos de negocio impulsados por la digitalización. Vivimos en un entorno VUCA, cuyas siglas se corresponden con volatilidad, incertidumbre (uncertainty), complejidad y ambigüedad de cuanto nos rodea. Y, a todo esto -como no podía ser de otra manera- lo acompaña un entorno laboral cambiante y muy competitivo. La verdadera revolución lo será de competencias y “algo más” y ese algo más incluye el meta aprendizaje (la capacidad de las personas para reflexionar sobre la forma en que aprenden y los procesos cognitivos que involucra), es decir, “aprender a aprender”. El éxito de empresas y personas en la era digital radica en el equilibrio entre tecnología, talento y la conexión humana.

Como siempre, el primer paso es el cambio cultural necesario, la concienciación para luego actuar en consecuencia. El trabajador digital debe educar su mente y hacerlo va más allá de obtener un título universitario oficial. Una mente educadase concentra, explora, procesa, analiza, imagina, es capaz de crear y compartir…

Todo ello exige una preparación. Y en la actualidad no basta con las formaciones regladas clásicas, resultan muy valiosos nuevos modelos como los MOOC y también cuantas más posibilidades complementarias mejor porque representan una inversión del futuro-presente.

Momento clave en el campo de la formación y el desarrollo

Juan Mateo, mentor del área Inteligencia colaborativa de Human Age Institute de ManpowerGroup, apunta que: “El que no quiere aprender es un fracasado, el que no puede aprender es un desdichado y el que no se atreve es un esclavo”.

Esto me recuerda el séptimo hábito de la gente altamente efectiva de Stephen Covey: afilar la sierra y, para afilar la mente, es clave el deseo de aprender. La motivación es la llave pero aún así requiere un esfuerzo. De lo que no cabe duda es de que resulta una inversión muy rentable en este momento de transformación vertiginosa y continua.

De ahí el debate sobre la brecha entre formación y empleo. El estudio “Business priorities for education” del BIAC (Comité Consultivo Empresarial e Industrial de la OCDE) señala que “la educación debe dar un giro radical desde la memorización de contenidos hacia el desarrollo de las habilidades para el siglo XXI y prestar una profunda atención al modo en que aprendemos”.

Es posible que el mayor desafío al que se enfrenta nuestra sociedad sea la educación. En el gráfico inferior se observa la intersección en la que debe desenvolverse “el aprendiz del siglo XXI”.

Fuente: La educación importa. Libro blanco de los empresarios españoles(Confederación Española de Organizaciones Empresariales).

El aprendizaje y las competencias van de la mano. En el contexto educación las competencias son “saber y hacer”, aplicando “CHA, CHA, CHA” (Conocimientos, Habilidades y Actitudes). Capacidad “no es lo mismo” que comportamiento, de nada sirve que uno sea capaz de hacer muchas cosas si no las lleva a cabo (entrar en acción). Ello, junto a la curiosidad y la acción, definirán la fórmula del talento.

Una habilidad transversal es aquélla que transforma un conocimiento en un comportamiento, podemos definirla como el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes para desempeñar exitosamente un puesto de trabajo.

La fórmula del éxito sería, por tanto, aptitud más actitud y, sobre todo, la voluntad de querer. Aunque, en pleno darwinismo digital, lo de querer ya no se ve como una opción pues de ello depende la propia supervivencia.

Cualquier organización y sus integrantes tienen ante sí el reto de la “formación continua, la evolución continua, el aprendizaje continuo”. 

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