El casco sobre la cabeza….y la cabeza sobre los hombros

El casco sobre la cabeza….y la cabeza sobre los hombros

Parece que en nuestras ciudades, los gobiernos municipales se han animado a invitar al ciudadano al uso de la bicicleta como medio de transporte por la gran urbe, por ser esta una forma más ecológica y económica y porque, además, contribuye a mejorar nuestra salud y a favorecer la práctica de una actividad de ocio, con o sin familia.
25 Noviembre 2017

Pero las noticias de los últimos meses relativas a los atropellos mortales de ciclistas son ciertamente escalofriantes. La lectura es sencilla: seamos o no usuarios de la bicicleta, cuando pasamos al rol de conductor de un vehículo, a veces obviamos la gravedad que tiene un mínimo error o imprudencia cometido. Nuestra conducta tiene consecuencias para la persona que circula sobre la bici.

Y aún hay más; al conductor le molesta y le incomoda la sola presencia de los ciclistas en la vía, porque obliga a modificar la velocidad de la conducción y a retrasar la "cómoda" marcha hasta poder lograr el adelantamiento.

Y yo me pregunto lo siguiente: si cuando adelantamos a un vehículo esperamos a poder hacerlo hasta que se cumplan los requisitos de seguridad para realizar, posiblemente, una de las más peligrosas maniobras de la conducción, ¿qué nos impide hacer lo mismo cuando adelantamos a uno o varios ciclistas? Seamos o no usuarios de este medio de transporte, ¿por qué no nos ponemos en la piel del otro? Dejo la reflexión ahí.

Para ser justos, y sin olvidar que en este caso el que siempre saldrá peor parado será el ciclista, la convivencia entre ambos "vehículos" es del 50% en cuanto a la co-responsabilidad. También el usuario de la bici tiene unas obligaciones que cumplir, que sin duda ayudarán a conseguir esa seguridad vital y vial que todos deseamos.

Al igual que los conductores, el ciclista está obligado (por su propia seguridad) a respetar las normas de circulación: no cruzar por los pasos de cebra, señalizar con bastante tiempo de antelación cualquier giro o parada (y estas realizarlas en lugares adecuados), no saltarse semáforos ni señales de tráfico y, por supuesto, evitar el uso de auriculares de música que nos aíslan de sonidos que podrían advertirnos de un peligro.

Y con todo, y aun así, no deja de sorprenderme que, ante este aluvión de "nuevos" ciclistas que se incorporan a las calles, vías o aceras (transformadas ahora algunas de ellas en tramos de carril-bici, tema este que da para otro post), se desplacen desprovistos del casco.

Cuando te subes a una bicicleta, no importa cuál sea tu objetivo; deportivo, de paseo, de transporte…no podemos olvidar que la bici no deja de ser un vehículo que te desplaza a mayor velocidad de la que alcanzarías andando y que, de impactar contra un obstáculo (ya sea otro ciclista, un peatón y no digamos un vehículo), el lugar al que llegará tu cabeza será probablemente el duro suelo.

Por eso, no deja de resultar sorprendente contemplar a grupos familiares en bicicleta en los que los niños van equipados con casco, pero no así los padres; o bien otras ocasiones en las que vemos que un adulto transporta en una silla porta-bebé a su hijo, sin que el pequeño lleve casco.

Por cierto, a la hora de escoger un casco hay que tener en cuenta que debe cumplir con la normativa europea (CE EN-1078); la ventilación de la cabeza debe ser adecuada y, lo más importante: de nada sirve llevarlo si no está bien ajustado. Es importante invertir unos minutos antes de salir para adaptar la longitud y posición de las correas, así como fijar el ajuste trasero.

No olvidemos que, como ya se ha dicho otras veces, la prevención empieza en casa y nuestros hijos son los primeros alumnos.

Así pues, sea cual sea el objetivo que persigamos cuando usemos la bici, hagámoslo de forma segura y tengamos la cabeza sobre los hombros: el casco, ¡siempre en la cabeza!

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