Galicia: la falta de prevención se cobra casi 20 víctimas al año en accidentes de tractor

Galicia: la falta de prevención se cobra casi 20 víctimas al año en accidentes de tractor

Desde 2011 han fallecido cerca de 70 agricultores, vencidos por su medio de trabajo. El sector pide más formación y mayor protección a los fabricantes
16 Enero 2015

Más de 40.000 horas a los mandos de un tractor —cuatro diferentes, para ser exactos— y ni un solo accidente. Es el balance de Manuel, ganadero y agricultor con 35 años de experiencia encima de «uno de los medios de transporte más seguros». «Más que un coche», dice sin vacilación mientras los números de las estadísticas —incompletas— sobre accidentes mortales a bordo de tractores no dejan de sumar compañeros de profesión con peor fortuna y sin las oportunas instrucciones de prevención.

En los últimos cuatro años, estas máquinas de cuatro ruedas han enterrado a casi 70 personas del rural gallego: 16 en 2011, otras tantas al año siguiente, 2013 elevó el pico hasta las 24 y el primer semestre de 2014 anotaba seis. Una cifra a la que, únicamente teniendo en cuenta las noticias publicadas meses después, habría que añadir otros tres fallecidos hasta octubre. A falta del dato oficial del año que acaba de terminar, la media gallega anual ronda los veinte siniestros mortales. La nacional se acerca a los cien. Y sólo si se valoran los vuelcos, a la postre la principal causa de fallecimiento en caso de accidente. Es decir, cada semana mueren en España dos agricultores, vencidos por su medio de trabajo y, aún en muchos casos, único de transporte.

«Es la principal causa de muerte de nuestro sector», alerta José Andrés Palacios, de la Asociación Nacional de Servicios de Prevención Mancomunados Agrarios (Agropreven). Pese a que son múltiples los factores que intervienen en un accidente —el envejecimiento de una flota reticente a jubilarse tras veinte años de servicio, estados anímicos como el estrés, el cansancio o un exceso de confianza al volante, el trabajo en sitios complicados, una carga excesiva o la edad avanzada del conductor—, Palacios apunta hacia una única dirección: la falta de «estructuras automáticas para evitar el vuelco».

Actualmente existen arcos plegables manualmente, pero los operarios los suelen sacar para realizar sus labores más cómodamente. Es, compara el ingeniero agrícola, como «si se desconecta el freno o el airbarg en un coche». «No es lógico que alguien pueda desconectar el sistema de seguridad», como tampoco cree lógico que «vehículos de 30.000 o 40.000 euros no cuenten con un sistema de seguridad automático», protesta en una conversación con ABC. En Agropreven se dirigen directamente al fabricante de turno de tractores para pedirles «más implicación en su seguridad» —apostando por estructuras de despliegue automático ante un vuelco, evitando así que el agricultor quede atrapado—, pero también al propio trabajador con una prescripción clara: la prevención.

«¿Que si se pueden evitar los accidentes? Sí», se autocontesta el secretario general de Xóvenes Agricultores, Francisco Bello, para quien la prevención de riesgos en el rural aún no está lo suficientemente implantada. Al igual que Palacios, coincide en reprobar a los propios dueños que deciden prescindir de los mecanismos de protección, un campo donde, no obstante, queda «bastante que avanzar», puntualiza.

«Los arcos antivuelcos no se deben sacar nunca», receta también Manuel, si bien «la base de todo está en prevenir. Hacen falta más cursos» —reclama—, seguidos de una minuciosa lectura de los libros de instrucción. De hecho, el Instituto Galego de Seguridad e Saúde Laboral hizo un amplio despliegue en 2014 para concienciar y formar a trabajadores del sector agroganadero sobre los riesgos que entraña el manejo de un tractor, un medio de vida que trunca en un despiste la de su guía.

Los accidentes siguen y seguirán ocurriendo. El objetivo es impedir los evitables. Por ejemplo, permanecer cerca de la toma de fuerza es un riesgo innecesario. Una de las peticiones del sector pasa por diseñar un paro automático si la transmisión detecta agarre de ropa. Por ahora, son utopías. Mientras, la realidad sigue fresando, arando o cosechando los prados.

Fuente: ABC

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