Primer golpe de calor del año: un albañil de 32 años muere cuando trabajaba en Gévora (Badajoz)

Primer golpe de calor del año: un albañil de 32 años muere cuando trabajaba en Gévora (Badajoz)

El fallecido se encontraba cavando una zanja en una finca con temperaturas superiores a los 35 grados
25 Mayo 2015

Juan Francisco Díaz, de 32 años y vecino de Olivenza, falleció en la tarde del 13 de mayo debido a un golpe de calor cuando se encontraba trabajando en una finca de Gévora, una pedanía situada a escasos seis kilómetros de la ciudad de Badajoz. En el momento en el que comenzó a sentirse indispuesto, se encontraba cavando una zanja para instalar el riego por goteo en una explotación de tomates.

Vecino de Olivenza, Juan Francisco tenía que recorrer 30 kilómetros para llegar a la parcela en la que debía estar a las 7.30 de la mañana. Años atrás había trabajado en la construcción, pero ahora formaba parte de una cuadrilla compuesta por una docena de hombres que, en su gran mayoría, eran vecinos suyos.

Agricultores de profesión unos, trabajadores de la construcción reconvertidos en operarios agrícolas otros, todos se desplazaban a diario a alguna de las fincas de la empresa Lola Fruits S.L. dedicada al cultivo del tomate.

Pero el miércoles 13 de mayo no fue un día normal en Gévora. Las temperaturas subieron muy por encima de lo habitual y sus compañeros de trabajo aseguran que se rozaron los 40 grados. «De pronto empezó a ponerse rojo y a decir que se encontraba mal. Nos pidió ayuda, pero el pobre se quedó en el camino».Quien contaba lo sucedido es uno de sus compañeros de trabajo. Hablaba entero, pero en su rostro se reflejaba el dolor de saber que uno de sus compañeros de cuadrilla se ha marchado para siempre.

El Centro de Urgencias y Emergencias 112 de Extremadura ha confirmado que la llamada de alerta entró a las 18.09 horas. En ese momento se requirió la presencia de una ambulancia para socorrer a un joven que había sufrido un mareo mientras trabajaba en el campo.

La ambulancia se puso en camino, pero los compañeros de Juan Francisco supieron desde el principio que su situación era grave, por lo que decidieron montarlo en la furgoneta del encargado para llevarlo a la rotonda que conecta la carretera de Cáceres (Ex-100) con la pista asfaltada que lleva a las Casas Aisladas de Gévora. En ese lugar lo recogió la ambulancia medicalizada del 112, pero su situación era grave y el joven agricultor terminó falleciendo como consecuencia de la insolación que había sufrido.

Para entender lo ocurrido es preciso situarse en el lugar en el que ocurrieron los hechos, una enorme finca de riego de 112 hectáreas en la que crecen tomateras que apenas levantan 30 centímetros del suelo. El lugar se ubica junto al arroyo Enviciados y fue allí, bajo un sol implacable, donde Juan Francisco se disponía a abrir una zanja con su zacho para enterrar unas tuberías de riego.

A esas alturas del día ya debía llevar diez horas de trabajo, soportando un calor asfixiante que terminó por hacerle mella. «Llegó, cogió el zacho, se puso a trabajar y de pronto empezó a ponerse muy rojo y a pedir ayuda».<

Consternados aún, sus compañeros volvieron a viajar al día siguiente desde Olivenza para incorporarse a sus puestos. Pero a primera hora de la mañana se presentaron los inspectores de trabajo para elaborar un informe sobre lo sucedido. Fuentes de la Delegación del Gobierno confirmaron que se trata del modo de proceder habitual cuando se produce un accidente laboral.

Según han explicado fuentes conocedoras del suceso, en el momento de producirse los hechos la cuadrilla que trabajaba en la finca estaba compuesta por unos 13 o 14 trabajadores que reciben unos 6 euros por cada hora de trabajo que realizan. «Lo suyo sería que se llevaran ese jornal con ocho horas de trabajo, pero aquí tienen que estar once o doce horas. Mientras más horas trabajan, más ganan».

Los sindicatos como UGT o CCOO están investigando las circunstancias del accidente. Según los datos que han recabado, el joven, dado de alta en la finca como trabajador agrícola y que estaba en su tercer día de labor, comió al mediodía pero no guardó reposo tras el almuerzo sino que se puso a trabajar, y  por el esfuerzo y el calor empezó a hidratarse en abundancia.

La primera anomalía que han encontrado los sindicatos es que, según sus informaciones estaba solo, algo que no es conveniente cuando se trabaja a la intemperie en condiciones extremas de frío o calor, o el esfuerzo es grande, y más si hay si hay cierto aislamiento como era el caso; en esos casos siempre hay que trabajar en pareja precisamente por eso, porque si alguno sufre un problema, el compañero puede socorrerle y avisar con rapidez a los servicios de emergencia.
 
A los  trabajadores agrarios como era su caso se les enseña a no exponerse al calor entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde. Además los trabajos a la intemperie exigen una vestimenta de protección adecuada “pero no se cumple”, acusa la  secretaria regional de salud laboral de CCOO, Concha Gómez.

A media mañana del día siguiente, casi 24 horas después del suceso,  la Inspección de Trabajo todavía no se había presentado en la finca de Gévora para investigar este accidente laboral, “algo que es inaudito puesto que es esencial la rapidez en recabar datos”, refiere Pastor de UGT. “Además si se trata de pequeñas empresas, como en este caso parece una empresa familar, se cierran en banda y es muy difícil averiguar cómo fueron las cosas”.

Hace siete años se introdujo en el sector extremeño de la construcción, en los  convenios colectivos, la limitación de la jornada laboral desde mediados de julio a mediados de agosto, que se reduce en una hora para evitar el estrés térmico. No se cumple en las empresas pequeñas, pero en todo caso la prevención con las temperaturas extremas, calor o frío, está vigente todo el año y es obligatoria según los planes de prevención elaborados para cada trabajo.
 
Fuente: El Diario y Hoy

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